Vaya cien minutos me hizo usted pasar, señor Garry.
Cien minutos en los que "Desierto sur" no logra despertar en mí ni una sola emoción, ni un solo sentimiento, salvo los relacionados con la somnolencia.
La historia es floja, los diálogos de risa. Marta Etura (mi esperanza cuando elegí llevarme esto a casa) carga con todo el peso de este filme, y no está precisamente inspirada.
La idea de esta road movie -con el desierto de Atacama de telón de fondo- no es del todo mala. Cualquiera que haya estado allí sabe que esos lugares se prestan a dedicarles horas de metraje, a narrar historias cargadas de misticismo.
Lo que ocurre es que si haces una cutrada como esta, mezclando noñerías, juegos adolescentes tardíos y traficantes de tres al cuarto, poco partido se le saca al decorado.

Huyan.