Seguramente a muchos les habrá pasado lo que a mi...

Y esto es, amigos, que con semejante cartel uno pensaba que la cinta no podía defraudar. Drama carcelario con De Niro y Norton cara a cara. Lo suficiente para tenernos pegados a la butaca durante la mayoría del metraje. Pero por desgracia, este es uno de esos casos en los que el director desaprovecha todo lo que se le ha dado. Y es que Mr. Curran no posee una carrera demasiado extensa ni brillante como director, y el proyecto se le escapa de las manos irremediablemente.
Stone apunta maneras en sus primeros 5 minutos, pero se va desinflando cual globo pinchado a medida que avanza su historia. Una historia por cierto, manida, lenta, lineal, y sobre todo aburrida. Porque hemos escuchado historias como ésta muchas veces, porque a pesar del buen hacer de sus protagonistas, nunca termina de despegar. Porque, a pesar de Milla y sus escenas de desnudo, precisamente no ayuda mucho al desarrollo. Y al final, nos queda un sabor bastante agrio, y sobre todo, soso. Y cuando eso sucede no podemos mas que culpar a Curran por su mala receta y la poca sal que ha usado en su cocina. El enrevesado mensaje filosófico sobre la culpa y la religión engulle la cinta y a nosotros de paso con ella, haciendo que a la hora de película ya estemos mirando el reloj. Y eso, señor Curran, teniendo a las dos estrellas de cine, una leyenda como es Robert y una promesa más que confirmada como es Edward, no puede, no debe pasar. Y a usted, le ha pasado.

Lo único que ha sabido Curran hacer bien es darle a la cinta el nombre que se merece, Stone. Porque no es más que eso, indigesta, como una gran piedra.

Olvidarla nada más verla es lo mejor que podemos hacer con ella, a la espera de un trabajo en condiciones con intérpretes de esta envergadura. Un puro desperdicio.