Han pasado ya algunos años en los que veía anunciar la serie Sexo en NY en canales privados. Me daba curiosidad, pero la justa. El hecho de que mi querida amiga la televisión oferte una serie despierta ya cierta intriga en mi interior. Cuando la pusieron en abierto no la buscaba y ella no me encontraba. Éramos como dos almas perdidas entre los tubos catódicos y los horarios de la vida, hasta que un buen día la localicé en A3. Todas las noches a las dos tenía una cita nocturna con mi amiga. El paquete de cigarrillos y la cerveza la convertía en una velada perfecta. La noche que ponían dos capítulos casi me meaba de emoción y la noche que suspendían la sesión casi lloraba de pena. El día no acababa con el broche de oro pretendido.
Como puede apreciarse, adoraba la serie. Extrañamente, disfrutaba con las aventuras de cuatro amigas ricachonas y glamourosas a pesar de ser el extremo opuesto. Es raro, porque no me sentía identificada (a excepción de detalles muy específicos) pero adoraba verlas en movimiento y acción.
Así que al estrenarse su película, tenía que verla. Un argumento a favor de ir al cine en época de crisis es que pagas 7 € y tienes aseguradas dos horas y media ociosas.
En sí la película es un capítulo largo. Tengo que reconocer que durante la primera media hora creí que iba a vomitar con tanta moñada junta. Parecía que iban a salirles flores del culo. Todo tan bonito y feliz pero sin chispa y las emociones estaban un tanto forzadas.
El personaje de Carrie se caracteriza por una verborrea incontenible llena de chascarrillos. Por unos momentos, no reconocía a Carrie ni a ninguna de las otras tres. Sin embargo, poco a poco el film va levantando ligeramente el vuelo hasta dejar un sabor, no esplendoroso, pero sí digno de la serie original.
No he salido del cine diciendo que es maravillosa y extraordinaria pero pensando sobre ella ahora tengo un grato recuerdo. Por lo menos me reí.
Son cuatro mujeres fabulosas que valoran por encima de todo la amistad y lealtad entre ellas. En un segundo plano, está el amor. El contexto que las rodea es la MODA con mayúsculas y la propia ciudad.
Quizá esta ha sido la asignatura pendiente. En la serie, Nueva York es un personaje más de gran importancia pero en la película han despersonalizado a la ciudad.
Película recomendable para los fans de la serie y como norma principal: hay que verla sin los baremos de calidad cinematográficos. Hay que tomarlo sólo como un ejercicio de entretenimiento y de homenaje a una serie que levantó pasiones.
Lo mejor: Los créditos iniciales incluyendo la música. Charlotte y Samantha. El vecino de Samantha hummmmmmmmm
Lo peor: El personaje de Nueva York ha desaparecido. El marido de Charlotte me encantaba y casi no ha tenido papel. Muchas veces no reconoces a los personajes. Tienen las mismas caras pero interiormente no parecen ellos. Los personajes masculinos son irreales y parecen creaciones arquetípicas. Ninguno tiene un contexto personal. Aparecen porque sí.