Una de aquellas que sin haberla oido nunca y de casualidad pude visionar. Y qué acierto. Me removió las tripas hasta que se me cristalizaron los ojos, y no pasó de ahí para no tener que aguantar las coñas de más de uno de los presentes durante un tiempo.
Drama, bueno, dramón sobre dos discapacitados que buscan su propia vida, libres como cualquier persona.
Los actores están muy bien, pero hay que hacer mención especial a Steven Robertson en el papel de Michael, una de las caracterizaciones más bestiales y complicadas que he visto en mucho tiempo. Si hubiera sido un Dustin Hoffman cualquiera se lleva un Óscar...
La verdad es que la película por naturaleza y temática se presta a cierta sensiblería, pero todo está resuelto con la soltura necesaria para que no sea excesiva, eso sí, conmueve de verdad, y si alguien lo niega es que no le corre sangre por las venas.
Vuelvo a incidir en el papel de Michael, pero es que es media película, y produce una simbiosis con el espectador pocas veces vista. Tremendo.