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Argentina Argentina · Villa Ballester
Voto de therivertoday:
4
Thriller. Drama. Intriga En un instituto, el último día de clase, una profesora se despide de sus alumnos y, además de anunciarles que deja la escuela, les confiesa que su hija de cuatro años que, aparentemente, murió ahogada en la piscina de la escuela, fue en realidad asesinada por dos estudiantes de esa misma clase. También les hace saber que ya ha puesto en marcha su venganza contra ellos. (FILMAFFINITY)
28 de junio de 2013
19 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ver Confessions (Kokuhaku) fue una experiencia desagradable. No porque se trate de una “mala” película en términos de producción o realización. En ese sentido el film es lo bastante sólido y competente como para evadir un directo a la nariz. El problema es que tanto lo que narra como la forma en que lo hace presenta algunas aristas controvertidas, que paso a comentar.

La película se asienta sobre una historia bien desarrollada, y en lo estrictamente narrativo de su letra el guión funciona a la perfección. No sabía antes de verla que estaba basado en un libro, pero es notorio que hay por debajo un gran trabajo literario, que además de empujar el desarrollo de la trama de manera impecable cumple con un requisito cada vez más escaso en el cine contemporáneo: está muy bien escrito. Si esto puede apreciarse en subtítulos que son una traducción de una traducción (japonés > inglés > español) estimo que en su lengua de origen el texto debe ser mucho más rico aún. Creo también que la película está muy bien actuada, y que es destacable la dirección de actores en puestas en escena complejas, con numerosos participantes y mucho dinamismo. Hasta ahí podría sumarme a cierto optimismo general.

Mi primer problema con la película es su realización en términos visuales, su cinematografía, que me pareció en extremo artificiosa. La imagen general del film hace gala de un preciosismo fotográfico más propio de la estética publicitaria que de la cinematográfica, y está plagada de lugares comunes en insertos cuya existencia parece estar destinada exclusivamente a actuar como refuerzos visuales del texto narrado en off, o a ser simplemente muestras gratis de un virtuosismo técnico que no es funcional a la historia (todos los planos cenitales de la terraza, por ejemplo, o la repetición de primeros planos de objetos completamente intrascendentes). En el aspecto visual, la película es un larguísimo videoclip que ilustra la narración de manera efectista, tanto en el uso de la cámara lenta, que resulta por completo exasperante cuando se transforma en el único recurso narrativo que encuentra la cámara, como en el de la música, que acude a fórmulas tan remanidas para promover un fondo de refuerzo emocional que acaba siendo vulgar y obvia. El conjunto de la realización cinematográfica me pareció un artilugio, llevado adelante con una indiscutible capacidad técnica, pero nada más que eso.

Mi segundo problema con la película es ideológico. Aunque obviamente queda fuera de foco debido a la intensidad de la historia de la venganza en sí, la inimputabilidad de menores como reflexión que subyace a la acción me resultó bastante jodida como comentario social, porque se asienta sobre una lógica reproductiva que naturaliza la violencia viéndola como una suerte de flagelo que alcanza a algunos individuos “malos”, sin permitirse una mísera reflexión sobre el fenómeno de la violencia infantil en el mundo contemporáneo. Este maniqueísmo adopta además representaciones visuales casi pueriles, como el marcado contraste cromático, de encuadre y de actuación para subrayar la diferencia entre la pureza y la inocencia de la hija de la profesora, y la maldad “irracional” de los niños que acaban por asesinarla.

No estoy diciendo que la película “debería” hacer comentarios sociales explícitos; lo que estoy diciendo es que las reflexiones que suelta terminan siendo funcionales al tipo de violencia que condena, porque lo único que deja caer el guionista como argumento para explicar la violencia son una serie de clichés que no resisten ni el más humilde de los análisis sociológicos, como el del niño que crece privado de su madre, por ejemplo. Generalizaciones de ese tipo sólo invitan a desconfiar de la salud mental de todos los huérfanos, y dan pie a centenares de lecturas pseudo-psicológicas sobre la génesis del accionar violento de los magnicidas.

Argumentan por ahí que este tipo de cosas son irrelevantes en Confessions, que la película es un thriller cuyo único objetivo es generar tensión y atención. Como su cine es efectivamente una suerte de caramelo refinado para uso masivo, no creo que Nakashima haya querido hacer comentarios sociológicos, por supuesto. El problema es que de todos modos los hace. Esa es la raíz de mi cuestionamiento, que en este caso no es estético, sino estrictamente socio-político: la película narra la historia de una venganza, y dice explícitamente a través de su protagonista principal que lo que motoriza esa venganza es la inimputabilidad de los niños. Si ese no es un comentario sociológico, no sé qué otro podría serlo.

Mi punto de vista respecto a este tema en particular es que ni siquiera en una obra de ficción deberían tomarse tan a la ligera comentarios de este tipo, porque más allá de la intención expresa o no de su director, esos comentarios reproductivos no hacen más que abonar las nuevas doctrinas de seguridad que quieren imponerse en todo el mundo como respuesta al problema de la criminalidad, en donde bajar la edad de imputabilidad de los menores es uno de sus tópicos principales.


(Escrito originalmente para: http://laplumaenelojo.wordpress.com)
therivertoday
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