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Argentina Argentina · Villa Ballester
Voto de therivertoday:
4
Intriga. Thriller Cuando India Stoker (Mia Wasikowska), una adolescente, pierde a su padre (Dermot Mulroney) en un trágico accidente de coche el día en que cumple 18 años, su vida se hace añicos. Su impasible comportamiento oculta profundos sentimientos que sólo su padre comprendía. Su tío Charlie (Matthew Goode), cuya existencia desconocía, aparece por sorpresa en el funeral y decide quedarse una temporada en casa de India y de su inestable madre ... [+]
9 de diciembre de 2013
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las desventuras de Jean-Pierre Jeunet podrían haber sido una bella señal de advertencia.

El francés sólo había filmado sus dos primeras películas cuando aceptó la tentadora invitación de la 20th Century FOX para viajar hacia el big one del norte. Sin mucha dilación se tomó un jet rumbo a La-La Land, y luego de un espantoso proceso de producción regresó a París con Alien Resurrection (1997) en los bolsillos. Una piedra pesadísima en el medio de su filmografía.

Casi quince años después, asistimos a uno de los últimos (entre muchos, tantos, tantísimos) proyectos de similar envergadura. Park Chan-wook se embarca en un viaje –un poco más largo y desde la orilla opuesta– hacia la soleada California, dispuesto a enterrar de lleno su nariz en la lógica Murdoch: grandes estrellas, pocas ideas, muchísimo dinero.

En su reseña para Pagina/12, Bernades defiende el film apelando a la supuesta resistencia autoral de Wook dentro de la maquinaria norteamericana. Aunque es cierto que el estilo inflamado del surcoreano puede identificarse con facilidad, es factible discutir la validez de ese esfuerzo o, al menos, que este pueda ser catalogado como una resistencia. Si logramos obviar la indudable pericia técnica del equipo de rodaje, es difícil encontrar algo medianamente interesante en Stoker.

El efectismo visual y sonoro de Wook, que ya estaba presente en sus films previos, aparece aquí acrecentado (solitario, sin compañía, triste) ante la obvia ausencia de matices argumentales. Stoker no sólo desconfía de la inteligencia de su público mediante un montaje didáctico y pueril –¡ay, la constante aparición de ese rifle, la enunciación del conflicto mediante la voz en off, el flashback explicativo!– sino que utiliza los peores clichés de género para guiarnos a través de un relato tan inverosimil como prefabricado, a medio camino entre una remake fallida y un thriller deudor del exploitation.

Wook parece perdido, obnubilado por un material demasiado mercantil al que no consigue sacarle jugo. Intenta aprovechar los giros argumentales que propone el relato pero su tarea resulta ímproba: la sorpresa que deberían suscitar ya había sido sepultada bajo una montaña de guiños, acentos, refritos y subrayados. La obviedad de todo lo que estamos viendo (y de todo lo que vamos a ver) es contrastada por un halo de supuesto misterio, oscuridad en la fotografía, gestos artificiosos de los protagonistas y una sobrecargada banda sonora que no logran aumentar la tensión ni sugerir pistas falsas sino, únicamente, hacer más patética la fricción entre forma y contenido.

Así y todo, lo más molesto de Stoker es la constante irrupción de una artificiosidad fotográfica que no encuentra justificación en el entramado narrativo del film: detalles minuciosos de objetos, cambios abruptos de foco, distorsiones, sobre-exposiciones, intrincados movimientos de cámara, angulaciones aberrantes y efectos animados para los cambios de escena.

Old Boy (2003) también abusaba de estos recursos pero, al menos, los hacía partícipes del estado de crisis identitaria que atravesaba el personaje principal. Quizás por eso sea considerado el mejor film de Wook hasta la fecha. El efectismo no dejaba de ser molesto (recordemos ese subte atravesando la pantalla desde la derecha de cuadro para dar paso a otra escena) pero podía ser referido a la propia narración, al punto de vista y a la representación material de una vivencia subjetiva.

Pero, ¿cuál es el sentido de esos recursos en Stoker?

El detalle del pelo de la madre que se convierte en un plano cenital de los arbustos donde India cazaba con su padre; los zapatos organizados obsesivamente sobre la cama; los detalles del lápiz que pierde foco constantemente; los travellings sobre India mientras come el desayuno; la fragmentación temporal de la escena de la ducha; la enorme luna agregada digitalmente sobre el cielo nocturno: un manierismo publicitario que se transforma en un concurso de planos técnicamente desafiantes.

Toda connotación hitchcockiana que se le ha querido adosar a Stoker –hasta el “Uncle Charlie” que escuchamos durante toda la película– es por completo inaceptable.


(Escrito originalmente para: http://laplumaenelojo.wordpress.com/)
therivertoday
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