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Voto de Lafuente Estefanía:
7
Western Hacia 1870, el ferrocarril llega por fin a Flat Rock, un pueblo de Kansas. El sheriff (Robert Ryan), un hombre honrado y valiente, tendrá que enfrentarse por segunda vez a John Barrett, un individuo ambicioso y sin escrúpulos que vive rodeado de tahúres y pistoleros. (FILMAFFINITY)
27 de noviembre de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es la contestación que espeta el sheriff de Flat Rock (Kansas), Cass Silver (Ryan), al Dr. Barrow cuando lo atiende de unos problemas oculares. Y es que en esta ocasión las crisis temporales de ceguera que padece van a condicionar bastante el desarrollo de la aventura. Por una vez la enfermedad tiene cierta trascendencia en un western.
Todo empieza con los problemas que conlleva la llegada del ferrocarril a una localidad llevando detrás los negocios, el dinero, la diversión ... y la violencia. En una de tantas peleas de saloon Cass se lleva un fuerte golpe en la cabeza con herida superficial en las sienes que le cura su ayudante en la oficina con un "linimento" de la farmacia, primero aplicado por vía tópica y luego un buen trago por vía oral. El caso es que el linimento es una forma farmacéutica fluida hecha con aceites y bálsamos (en principio nada de alcohol), que se aplica exteriormente en forma de fricciones.
Sin embargo el golpe va a traer secuelas más graves, pues al poco rato Cass experimenta cortos periodos de unos minutos en los que pierde por completo la visión. Debió tratarse de una fuerte conmoción cerebral que puede dar visión borrosa o doble, imágenes distorsionadas, además de mareos o náuseas que por lo general desaparecen en unos días. Pero también pueden dañarse los lóbulos occipitales con la pérdida consiguiente de la visión en la zona externa de un ojo, la capacidad para percibir los colores, la identificación de los objetos y personas e, incluso, la ceguera cortical. Como vemos el problema puede ser grave.
Con muy buen criterio el Dr. Barrow, después de un exhaustivo reconocimiento del fondo del ojo, estima sin embargo que se ha producido una posible "presión en el nervio óptico, tal vez por una pequeña hemorragia". En la mejor línea hipocrática le recomienda dos días de cama, evitar esfuerzos y, si es posible, cambiar de oficio, pues no es cosa que un sheriff pierda la vista con la pistola en la mano que, por supuesto, es lo que le va a pasar (el galeno, naturalmente, guardará riguroso secreto profesional). Finalmente le recomienda consultar en el mejor hospital de Kansas City. Es ahora cuando Cass contesta la frase del título de la reseña.
Sobre la base de un excelente guión destacamos también la notable interpretación de todos, en especial del propio Ryan y de secundarios como el siempre bromista ayudante de sheriff (Brenan). Por cierto, ignorando los problemas oculares de su jefe le suelta cuando se sirve un vaso de whisky, que "Si toma demasiado 'linimento' se quedará ciego". Ciego no, pero de momento pasmado si que se queda.
La acción es trepidante sin un momento de pausa, con bonitas escenas de tiroteos en el saloon, en la oscuridad de las calles y al final en el pajar. Entre los pistoleros llama la atención el mejicano aficionado al vino amontillado: "Cuando el vino se saca, hay que beberlo".
Buena película con casi todos los ingredientes del western de "pistoleros", como así lo llama mi amigo y paisano Manolo Germes.
Lafuente Estefanía
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