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Voto de Lafuente Estefanía:
8
Intriga. Comedia El primer día del Carnaval, un sereno de Madrid encuentra el cadáver de una rica y avarienta prestamista, que ha sido asesinada. El principal sospechoso es un vendedor de relojes que le debía mucho dinero a la anciana. Tras ser detenido, su hija empieza a investigar por su cuenta para demostrar la inocencia de su padre. (FILMAFFINITY)
1 de septiembre de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con toda la tradición artística y literaria del carnaval, el cine español apenas ha prestado atención a este fenómeno social tan arraigado en la tradición cristiana. Aquí pues uno de los grandes aciertos de la obra de Neville.
Y eso que el cine americano ha exprimido a conciencia temas como el de su halloween, ya saben truco o trato, que no le llega a la altura del zapato a nuestro carnaval en cuanto a vistosidad o proyección social.
Como se sabe, se trata de una celebración que se inicia el Jueves lardero y termina el Martes de carnaval siguiente, víspera misma del Miércoles de ceniza con el que comienza la Cuaresma. Son unos días de cierta permisividad y descontrol social bajo máscaras, disfraces, coplas, desfiles y fiestas callejeras.
Pues bien, en la mañana del Domingo de carnaval de Madrid aparece muerta en una de las casas de vecindad próximas al Rastro Doña Reme, una mujer que prestaba con usura. No hay duda, la disposición del cadáver indica que ha sido asesinada, pues "Cuando se muere uno porque sí, se queda el cuerpo de cualquier lado". Así lo sostiene un orondo lector de novelas "de a real" de Nick Carter, Hipopótamo (Requena) según las malas lenguas, que juega aquí un poco el papel de Watson.
Y nadie como el joven policía Matías (Fernán Gómez), para representar un impecable Sherlock Holmes. Impagable el diálogo inicial que mantiene con su improvisado colaborador: "¿Es usted el autor del crimen? -¿Yo? No, creo que no. -¿Haga memoria? -No, no lo recuerdo". Auténtico humor del absurdo tan característico en la obra literaria de Neville.
Por cierto, Nick Carter es un detective privado de ficción que apareció en novelas de 10 centavos en 1886 en EEUU, y que durante más de un siglo se difundió por todo el mundo en una gran variedad de formatos, cine incluido.
Se trata pues de una cinta de detectives pero donde la trama policiaca, la intriga, juega un papel muy secundario. De hecho lo más flojo de un buen guion es, precisamente, la propia justificación del crimen y la búsqueda de sus posibles autores.
Mucha mayor importancia tiene el tono de amable comicidad con el que se presenta el caso, la descripción de la vida madrileña de barriada con la promiscuidad de sus corralas, tiendas de la Ribera de curtidores junto a la estatua de Cascorro, viejos oficios como el de "¡Sereno, la hora!" Aire de comedia costumbrista con toques del mejor neorrealismo, "Niño, que tu no necesitas careta".
Y al fondo el carnaval de Madrid, con sus grupos de disfraces, "¿Bailas, mascarita?", comparsas, canciones, destrozonas, caretas ("Vendo narices y bigotes"), en fin, todo para celebrar "La fiesta padre el último día de carnaval".
Excelente realización que presenta una obra coral en la que apenas destacan un poco más los dos protagonistas del necesario romance, Matías y la bella Nieves (Montes). Personajes bien perfilados e interpretados, coherentes, que derrochan simpatía con frases medidas de aguda mordacidad.
Tono un tanto sainetesco y teatral, con escenas continuas del carnaval popular de barrio, fanfarrias, bailoteos, burdas caretas y máscaras, la banderola goyesca y el inefable Entierro de la sardina con el que se cierran los festejos, "Niña, música fina para despedir a la sardina" en las ventas de las afueras de la ciudad.
Novedoso también para la época es el trasfondo de drogas y de cocaína que enmarca la intriga policial. Todo en un contexto sanitario de chiste, pues uno de los géneros que vende de forma ambulante el padre de Nieves es un específico ideado por el Dr. Rechoncho para el dolor de muelas, que "todavía no se vende en las farmacias de Madrid". Lo ofrece a voz en grito al público que se arracima, "No a 50 pesetas el frasco como luego costará, ni a 20, ni a 10, ni a duro ... Señores, solo a dos reales, por 50 céntimos podrán curarse uno de los dolores más temibles de la humanidad".
En resumen, una excelente película que toca un tema de gran plasticidad cinematográfica como es el carnaval. Un tema policial tratado en clave de comedia amable, de sonrisa, con un realismo costumbrista que muestra la forma de vivir del viejo Madrid.
Lafuente Estefanía
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