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Voto de hombremultiple:
10
24 de agosto de 2009
45 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se me hace muy complicado hablar objetivamente de por qué considero Armonías de Werckmeister una obra maestra. Podría enumerar sus logros técnicos, sus planos secuencia, impecables y abundantes como no he visto en otra película (quizá Stalker, de Andrei Tarkovsky). Podría hablar de su fotografía en blanco y negro, de una belleza realmente exultante. Podría describir la interpretación contenida y desgarrada de su protagonista, Lars Rudolph. Podría mencionar la música tremendamente hermosa de Mihály Vig, que marca los momentos más poéticos de la cinta, hasta en sus minutos más aciagos, acentuando la belleza de este ya de por sí lírico film. Podría destacar muchas cosas, la realización impecable de Béla Tarr, el extraño e irresoluble guión, la dirección artística y otras muchas cosas, al igual que podría hablar de sus carecías, como la construcción de un argumento que casi aporta más sombras que luces, o el abuso de tiempos muertos que puede provocar autentico sopor en los espectadores, pero ni lo positivo en lo formal, no lo negativo en la estructura, pueden servirme para hablar de lo realmente importante de esta espectacular película...
Armonías de Werckmeister habla del hombre, de las miserias del hombre, de la estupidez del ser humano, utilizando como cicerone a un pobre desgraciado, soñador y tímido, que no puede ser otra cosa más que una victima de la necedad que le rodea. Todo sucede en un pueblo, situado en un lugar y tiempo indeterminados. A este lugar llega un circo compuesto por una única atracción: una enorme ballena disecada dentro de un container gigante, a la cual acompaña un personaje oculto, quizás imaginado, llamado el príncipe, que se convierte en el autentico objetivo de la curiosidad de los lugareños, todos ellos ignorantes de la secreta belleza del cetáceo muerto. Sólo Janos, guía del espectador y sensible protagonista, se percata de la tremenda y melancólica hermosura del animal muerto. Mientras, hay una invisible lucha de poderes en el pueblo, que acabará arrastrando a la aburrida muchedumbre a realizar actos de barbarie difícilmente descriptibles.
La autentica grandeza de esta película radica en su mensaje poco politizado, y a mi entender, profundamente misántropo: si tú eres fuerte, y tienes brazos con los que golpear, boca con la que insultar y cerebro con el que maquinar, es más que probable que termines por inflingirle daño a tus semejantes, y de forma singular a los más débiles, susceptibles de ser vapuleados, o cuando no, simple y meramente aniquilados.
Armonías de Werckmeister habla del hombre, de las miserias del hombre, de la estupidez del ser humano, utilizando como cicerone a un pobre desgraciado, soñador y tímido, que no puede ser otra cosa más que una victima de la necedad que le rodea. Todo sucede en un pueblo, situado en un lugar y tiempo indeterminados. A este lugar llega un circo compuesto por una única atracción: una enorme ballena disecada dentro de un container gigante, a la cual acompaña un personaje oculto, quizás imaginado, llamado el príncipe, que se convierte en el autentico objetivo de la curiosidad de los lugareños, todos ellos ignorantes de la secreta belleza del cetáceo muerto. Sólo Janos, guía del espectador y sensible protagonista, se percata de la tremenda y melancólica hermosura del animal muerto. Mientras, hay una invisible lucha de poderes en el pueblo, que acabará arrastrando a la aburrida muchedumbre a realizar actos de barbarie difícilmente descriptibles.
La autentica grandeza de esta película radica en su mensaje poco politizado, y a mi entender, profundamente misántropo: si tú eres fuerte, y tienes brazos con los que golpear, boca con la que insultar y cerebro con el que maquinar, es más que probable que termines por inflingirle daño a tus semejantes, y de forma singular a los más débiles, susceptibles de ser vapuleados, o cuando no, simple y meramente aniquilados.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En Armonías de Werckmeister no queda claro si hay un bando enfrentado a otro, aquí todos, o la mayoría, por ser hombres son también entupidos animales, aún mucho más idiotas que cualquier bestia sin domesticar. Tan sólo los débiles y soñadores escapan a la imbecilidad y egoísmo que domina el pensamiento de sus congéneres, aunque estos, los débiles y soñadores, tarde o temprano acabarán siendo devorados por la multitud ciega que los desprecia sin miramiento alguno.
En pocas cintas he visto tan bien retratada, y de forma tan poética, la gregaria necedad del ser humano. Momentos como la aparición del anciano desnudo y muerto de miedo que señala el final del asalto al hospital; o ese otro plano secuencia que cierra la película, o el que la abre en una taberna de mala muerte, mientras Janos y los borrachos juegan al “sistema solar”, o el primer encuentro del protagonista con la ballena son, a mi entender, momentos del séptimo arte con letras mayúsculas.
Aunque sólo sea por el lirismo y por las meditaciones que puede provocar este film extrañamente bello, aunque tan sólo sea por sus “peculiaridades”, merece la pena ver Armonías de Werckmeister, pero eso sí, quitándose las legañas de los ojos y dejando atrás los prejuicios habituales ante esta clase de cine, pausado, sutil, metafórico, y sobre todo, muy poético. Qué les aproveche.
En pocas cintas he visto tan bien retratada, y de forma tan poética, la gregaria necedad del ser humano. Momentos como la aparición del anciano desnudo y muerto de miedo que señala el final del asalto al hospital; o ese otro plano secuencia que cierra la película, o el que la abre en una taberna de mala muerte, mientras Janos y los borrachos juegan al “sistema solar”, o el primer encuentro del protagonista con la ballena son, a mi entender, momentos del séptimo arte con letras mayúsculas.
Aunque sólo sea por el lirismo y por las meditaciones que puede provocar este film extrañamente bello, aunque tan sólo sea por sus “peculiaridades”, merece la pena ver Armonías de Werckmeister, pero eso sí, quitándose las legañas de los ojos y dejando atrás los prejuicios habituales ante esta clase de cine, pausado, sutil, metafórico, y sobre todo, muy poético. Qué les aproveche.