Siempre fantasearé con una hipotética tercera entrega de Rob Zombie en la que, y siguiendo con la estela de la última escena de "Halloween II", Laurie Stroode coge el testigo de Michael Myers.
Otra certeza que tengo acerca de esta consecuente y estupenda secuela de "Halloween: El origen" (2007) es que es la semilla sobre la que Zombie fundamentaría su siguiente trabajo. Ciertos juegos de luces y las ensoñaciones son la base escénica y visual sobre la que el de Massachusetts cimentaría, años después, "The lords of Salem" (2012). Particularmente la fantasía en blanco y negro del personaje de Laurie, es buenísima. La mejor. Absolutamente barroca y perturbadora, dominada por extrañas figuras con calabazas gigantes por cabeza.
Por no hablar de la estética de la Strode, un avance de la que usaría Sheri Moon Zombie en la cinta de 2012.