Cualquiera que caiga, de sopetón, en una proyección de “Tarde para la ira”, sin más información que el título de la cinta, es posible que salga de la misma con unas ansias homicidas de recuperar la filmografía al completo del director de marras, mas que nada para comprobar por donde ha ido su carrera para llegar a semejante nivel de excelencia. Y la sorpresa será mayúscula cuando comprueben que dicho realizador no tiene films previos, “Tarde para la ira” es su debut, ¡y que debut! Tanto la película como Raúl Arévalo derrochan personalidad por los cuatro costados, y si eso se ha conseguido con la ópera prima, no me quiero ni imaginar como puede llegar a ser la evolución. Yo, desde luego, quiero verlo.
“Tarde para la ira” es un thriller con tintes dramáticos sobre una venganza. Es de esas películas de las que no conviene hablar mucho de la trama ya que corres el peligro de desvelar más de la cuenta. Uno de los grandes puntos fuertes del film es que, al hilo de dicha venganza, plantea una serie de dilemas de esos que siempre suelen habitar este tipo de historias pero que casi siempre pasan inadvertidos. Raúl Arévalo no solo te pone en la piel de su protagonista, sino que hace que salgas de la sala planteándote las mismas dudas que el se plantea a lo largo de la trama. Y lo meritorio es que no es sencillo darles respuesta a esos dilemas.
Interpretativamente, “Tarde para la ira” haya un equilibrio perfecto. Ningún actor sobresale por encima, básicamente porque todos ellos se establecen en un nivel excelente. Obviamente destaca el trío protagonista, formando un solido y efectivo triángulo. Lo que sí que tengo que decir a ese respecto, y que seguramente me generará críticas, es que el premio obtenido por Ruth Díaz en el festival de Venecia igual me resulta un poco excesivo. Ella está muy bien en la película pero, ¿tanto como para premio?...
Uno de los mayores puntos débiles de “Tarde para la ira” es que le cuesta ligeramente arrancar. La película es un thriller que durante todo el primer acto prescinde por completo del thriller en beneficio del drama. Además, es un estilo de drama tan frio, casi gélido, que a gran parte del público les costara asentarse. El problema es que acudes al film en modo thriller y de repente, en la parte del film en la que tienes que conectar con los personajes y con la trama, Arévalo te pone drama puro y duro, lo que te hace tener que cambiar el chip muy de sopetón. Luego, una vez que entramos en el segundo acto, todo cambia de forma muy positiva. El thriller entra en escena fusionándose a la perfección con el drama, y la película te engancha y ya no te suelta hasta el final.
Para todo lo demás “Tarde para la ira” es un thriller: crudo, rotundo y certero. Una venganza calculada al milímetro, y que ofrece no pocas satisfacciones. Debut prometedor de Raúl Arévalo que casi seguro le garantiza el Goya a mejor realizador novel.