Tengo que reconocer que no estoy yo muy ducho en este periodo de la historia reciente del ONU, aunque sí sé que el conflicto que tuvo lugar en el Congo fue uno de los sucesos más luctuosos y vergonzantes del anterior siglo, el más sangriento de cuantos hemos vivido. Fue un conflicto bastante peliagudo, tanto fue así que acabó con la vida del Secretario General de la ONU. Este suceso lo desconocía, a decir verdad, y me parece muy bien que se le haga justicia.

Pero creo que en el término medio está la virtud. Está comprobado que las tropas irlandesas se quedaron asediadas y que resistieron durante cinco o seis eternos días, pero lo que yo ya pongo en duda desde mi más profunda ignorancia es que fueran capaces de aguantar bombardeos, disparos, lanzagranadas... un asedio de semejante nivel y que no tuvieran ni una mísera baja. No digo que sea imposible, pero sí me es difícil de creer. Supongo que será una licencia artística. El director se centra más en hacer una película bélica cuando quizá hubiese sido más acertado centrarse en aspectos más humanos, hablando qué sé yo, de la convivencia, de la ausencia de los seres queridos en esos militares que arriesgan la vida en misiones lejanas (y a los que nunca estaremos lo suficientemente agradecidos) y los tejemanejes del poder y de la burocracia.

Por lo demás, Jamie Dornan y Gullaume Canet brillan, como el siempre eficiente Mark Strong.