Hay ocasiones en las que películas como esta ponen de relieve hasta que nivel un buen director puede llegar a pervertir su talento en pro de un suculento sueldo o presupuesto. Y es que Sam Raimi, tras la mejorable saga de Spiderman, mostraba ya un cansancio narrativo, y su cuerpo empezaba a pedir un regreso a sus orígenes.
Y ha vuelto a lo grande.
Arrástrame al Infierno muestra lo mejor de Raimi, el Raimi de cine de terror que te hace reir y cagarte de miedo al mismo tiempo, un Sam Raimi que sabe contar una historia de terror hasta el punto que cuando finaliza el espectador se queda pensando si todo lo que ha visto no podría sufrirlo algún día.
Y es que en esta película este director se muestra como un gran maestro del suspense y el terror más sobrecogedor, sin necesidad de escenas de gore, que muchas veces hacen más estremecer el estómago del espectador que su estado de ánimo.
Todos los actores están fenomenales, la puesta en escena es brutal, excelente, claustrofóbica en ocasiones, tremendamente ansiógena y exageradamente perturbadora. Es de esas raras películas de terror donde no sobra ni una sola escena, todo encaja como un perfecto puzzle hasta conformar una auténtica obra maestra.
Si quieren ver una película de terror, sin excesos de FX, sólo con un guión impecable y con ese agradable tufillo a cine de terror ochentero, no dejen de verla, que el dinero invertido se verá recompensado pasando un buen rato pasándolo fatal...