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Voto de bixo:
4
6,7
14.415
Drama
Dos personas entran en conflicto a causa de la propiedad de una casa. Para Kathy Nicolo, no sólo es la casa de su infancia, sino también la última esperanza que le queda para empezar un nueva vida después de superar su adicción a las drogas. Cuando recibe una orden de desahucio por impago de impuestos, la casa es subastada, El comprador es un coronel iraní, Behrani, que invierte en ella todos sus ahorros. A medida que la batalla entre ... [+]
19 de febrero de 2013
2 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Según datos del INE, la esperanza de vida en España es de 76,3 años. Si esta cifra la multiplicamos por los 365.25 días que tiene un año, y la resultante a su vez por las 24 horas que tiene un día, pues te sale que un habitante en nuestro país vive una media de un porrón de horas. Habiendo como hay centenares de grandes películas, dedicarle un par de ellas a una como ésta es perder el tiempo, vale, pero tampoco es para rasgarse las vestiduras, total al día siguiente ni se las recuerda. Sin embargo, me asalta una duda que tienen en común buena parte de este tipo de melodramas baratos, y que por estar íntimamente relacionada con el final, me veo en la obligación de abordar en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Este tipo de producciones de carácter más bien descuidado entiendo que son ideales para pasar el rato un domingo por la tarde, cuando no queda otra que resignarse al hecho de que a uno se le escurre el fin de semana entre los dedos, o para esas horas muertas de sofá después de un fatigoso día de trabajo, a las que lo único que se les pide es que se pueda dejar la mente en blanco, acurrucado entre mantas, y si es posible en buena compañía, en el calor del hogar. Son momentos de evasión en los que nos conformamos con que la vida nos dé un respiro, y en los que el cine (en minúsculas) cumple la misma función para los adultos de nuestro tiempo que la de un cuento de infancia. El tono de estos relatos debería ser meloso y dulce como un susurro, desenfadado, en los que primen los finales alegres y felices que podamos después llevarnos a la almohada. Ya habrá horas más reposadas para el CINE comprometido de los Bergman, los Dreyer o los Fellini, con sus presentaciones, nudos y desenlaces supeditados a las reglas de su arte, ahora sólo pedimos recuperar el pulso y tener lindos sueños, y emprender así, con ánimo renovado, un nuevo día de fatigas.
Siento la perorata pero es que no acabo de entender la sinrazón de películas como ésta, un ni quiero ni puedo que se mueve en atmósferas asfixiantes, y que se atreve incluso a amargarnos la noche con finales teñidos de sangre inocente. Que abunden las escenas en las que se filtren la imagen de una teta de la Connelly, o los abundantes primeros planos de su culo, se entiende y hasta se justifica en producciones de esta naturaleza, es más, la otra mitad del público con una razonable pero opuesta apetencia sexual, echará incluso de menos alguna que otra alegría con el desnudo de algún personaje masculino de buen ver. Si a estas licencias le añadimos unos chistecillos por aquí y unas lagrimillas por allá, pues te queda un producto sin mayores pretensiones pero digno. Si quieres hasta le puedes meter al espectador algún sustillo que otro, pero después resucítame al hijo, por dios, y que acaben arreglando los papeles de la puñetera casa y celebrándolo compartiendo mesa y kabab persa. Y ya, que me quiero acostar.
Siento la perorata pero es que no acabo de entender la sinrazón de películas como ésta, un ni quiero ni puedo que se mueve en atmósferas asfixiantes, y que se atreve incluso a amargarnos la noche con finales teñidos de sangre inocente. Que abunden las escenas en las que se filtren la imagen de una teta de la Connelly, o los abundantes primeros planos de su culo, se entiende y hasta se justifica en producciones de esta naturaleza, es más, la otra mitad del público con una razonable pero opuesta apetencia sexual, echará incluso de menos alguna que otra alegría con el desnudo de algún personaje masculino de buen ver. Si a estas licencias le añadimos unos chistecillos por aquí y unas lagrimillas por allá, pues te queda un producto sin mayores pretensiones pero digno. Si quieres hasta le puedes meter al espectador algún sustillo que otro, pero después resucítame al hijo, por dios, y que acaben arreglando los papeles de la puñetera casa y celebrándolo compartiendo mesa y kabab persa. Y ya, que me quiero acostar.