La vi en el cine cuando se estrenó y me sentí algo decepcionado. No respondió a mi expectativa y se me hizo algo larga y anodina. Cinco años después la he degustado de una forma muy distinta. Me he percatado de muchos detalles que se me antojan deliciosos. Los diálogos son puro néctar. El enfoque teatral, un giro en su carrera hacia algo más intimista que ahora puedo comprender mejor. Cómo aborda el tema del conflicto racial, da para una tesis doctoral o, al menos, una tesina. Tarantino falla en un aspecto imperdonable: no hacer una película al año, a lo Woody Allen. Lo sé, es un enfoque egoísta. Nadie es perfecto.