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Voto de Cinemagavia:
7
Drama Allison (Florence Pugh), una joven con un futuro brillante, y Daniel (Morgan Freeman), el padre de su prometido, sufren la misma pérdida trágica. En un momento de crisis, los dos protagonistas forjan una amistad que suscita la compasión y el perdón necesario para superar su culpa y encontrar la libertad.
18 de mayo de 2023
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
*El melodrama también existe

A día de hoy, la palabra melodrama se ha convertido en poco más que una coletilla negativa para cierto tipo de película. Es habitual, por tanto, que lo críticos cinematográficos utilicen el término para designar a una película como excesivamente emotiva e incluso tramposa. En esta crítica, sin embargo, me gustaría utilizar el subgénero sin una pizca de maldad, con la definición clásica de lo que puede ser un melodrama moderno.

Una buena persona está dirigida por Zach Braff, director que a más de uno le sonará por haber protagonizado la serie cómica Scrubs, y está empeñada en que el espectador llore. Esto no es particularmente negativo si uno tiene en cuenta que la comedia es un género hecho para que el espectador ría o el terror para que se asuste. Si este tipo de películas son efectivas por la reacción emocional que consiguen producir, entonces Una buena persona es una película efectiva, pues logra emocionar al espectador por medio de la evolución de la trama, sus personajes y las geniales interpretaciones de sus actores.

*Un accidente como motor narrativo

Una buena persona trata sobre la pérdida, el dolor y la culpa. Allison (Florence Pugh) conduce por la autopista mientras conversa con su futura cuñada y el marido de esta. Los tres se dirigen a seleccionar un vestido para la boda en la que Allison será protagonista. Un despiste y un accidente fatal dejan al personaje de Florence Pugh como única superviviente. A partir de aquí se forjará esta historia de madres e hijas, de abuelos, de amistades inconcebibles, de relaciones perdidas y de adicción.

Los primeros quince minutos, hay que reconocerlo, son un poco insoportables. Y es que, de vuelta al subgénero, un buen melodrama requiere precisión. Así como una comedia o una película de terror pueden ser más dispersas, el melodrama tiene que ser respetuoso y preciso para que el público pueda sentir lo que ve como real. Y en este comienzo en el que se quiere mostrar la felicidad previa al desastre, Braff se pasa de amigable hasta el punto de que genera un poquito de vergüenza ajena.

*Pugh y Freeman

Durante este comienzo, y a lo largo de Una buena persona, el nivel técnico del filme quedará retratado como impecable. Una muy buena fotografía y dirección de arte recrean una realidad bastante atractiva para el ojo sin resultar falsa o recargada. El montaje hacen la película ágil y no permite que se estanque en la evolución de la trama, aunque sí habría que echarle en cara un uso de la música excesivamente cursi y llano: ¿escena triste? ¡Qué entre el piano trágico!

Sobre la música, son destacables algunos temas compuestos para Una buena persona y que interpreta Florence Pugh con su propia voz y talento. La actriz británica lo da todo en una interpretación soberbia que algunos tomarán como exagerada por las exigencias de un guion melodramático; solo que, recordemos, aquí no lo juzgamos como negativo.

Hacía tiempo que Morgan Freeman no estaba tan bien. Su personaje, de naturaleza imperfecta y dolida, se aleja de esos ancianitos idílicos que suele interpretar el actor. Chinaza Uche queda un poco más relegado ya que su papel es más simple que el de sus compañeros de reparto, pero resuelve bien su cometido como ese prometido de Allison antes de que acontezca el accidente. La veterana Molly Shannon y la joven Celeste O'Connor terminan por cerrar este casting de estrellas donde todos están estupendos.

*El delicado puzle de las lágrimas

El guion peca un poco de falta de naturalidad en algunos momentos. El personaje de Celeste O'Connor, huérfana tras el citado accidente de coche, toma en ocasiones decisiones que resultan inverosímiles para el personaje que hemos estado viendo en pantalla. Algún diálogo suelto también necesitaría revisión, y no es que esto sea una constante, pero sí es un problema del melodrama. Una sola palabra mal colocada puede hacer que esa trágica realidad se tambalee y se convierta en un juego de lágrimas y patetismo poco creíble. Si estos momentos hunden la credibilidad de Una buena persona, otros consiguen hacer que ascienda.

Pese a tratar la pérdida y la adicción, la película no se recrea en lo desagradable. Se muestra el sufrimiento, pero Zach Braff no se revuelca en él ni muestra más de lo necesario. Una buena persona es triste porque la historia es trágica, pero no por ello menos real. Casi es de agradecer no ver agujas, vómitos ni excesivos gritos en una película de esta temática. Ahora bien, lágrimas las hay a mares. La historia busca el perdón y la superación, esas inevitables caídas antes de volver a levantarse y esas manos que a veces tiende la persona más insospechada. Sí, es una película de lágrimas, pero más aún de abrazos y de esperanza.

*Conclusión

En conclusión, Una buena persona es un buen melodrama. Es una película que buscará que te emociones mediante su sincerad y, alguna que otra vez, su intensidad forzada. No es una película excelente porque resulta un pelín anodina en su puesta en escena y en el montaje musical; pero tiene unas interpretaciones maravillosas, personajes interesantes y un ágil devenir de la historia. Si aguantas este subgénero de sentimientos lacrimosos: es muy recomendable.

Escrito por Daniel González Fernández
Cinemagavia
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