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Voto de Cinemagavia:
9
Comedia Basada en hechos reales, cuenta la historia de Henri Verdoux, un hombre de doble vida. Por un lado es un respetable hombre casado padre de un hijo, pero por otro es un seductor que, bajo otra identidad, se dedica a casarse con viudas ricas a las que posteriormente asesina para quedarse con su fortuna. (FILMAFFINITY)
28 de enero de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Un rol distinto
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Porque el tal Monsieur Verdoux, al que interpreta Chaplin, se trata de un truhan que seduce a viudas adineradas para asesinarlas posteriormente y quedarse con su fortuna. Su maldad no obstante tiene matices. La acción se sitúa en Francia. Monsieur Verdoux es un empleado de banca que debido a la depresión de finales de los años 20 es despedido de su puesto de trabajo tras 35 años de leal servicio. El hecho de que además tenga a su cargo una esposa en silla de ruedas y un hijo pequeño, obra en él una mezcla de oscuridad y desesperación que lo lleva al crimen.

*Cuestión de equilibrio

A pesar del humor negro que campea en toda la película, no se produce ningún exceso en ningún aspecto argumental. No hay nada explícitamente macabro, los asesinatos se resuelven con inteligentes elipsis, ni tampoco hay rastro de la maldad histriónica con que se suelen presentar algunos asesinos seriales. Todo está perfectamente equilibrado, es mordaz pero no vulgar; es cínica, pero no está exenta de cierta moralidad.

La sutileza del guion es observable en numerosos momentos. Cuando llega la hora de mostrar algunos de los «motivos» de la conducta criminal de Monsieur Verdoux (la desesperación de tener a su cargo una familia tras haber perdido el empleo) lo hace de una manera indirecta, casi interpuesta, consiguiendo así evitar adentrarse en terrenos melodramáticos. El humor es algo también bastante equilibrado y balanceado. No llega al ritmo vertiginoso y fulgurante de una comedia slapstick, pero tampoco hay altibajos en el tono. Los gags son inteligentes pero no aturullan, ni se suceden a empujones uno detrás de otro. Todo va fluyendo a su debido tiempo.

*Quien tuvo, retuvo

Charles Chaplin es una de los estandartes, quizá el mayor, del cine mudo. De hecho hasta 1940 con El gran dictador, no hizo ninguna película sonora (la primera película con sonido es de 1927). Aun así, fue capaz de realizar dos obras maestras absolutas, todavía mudas, como Luces de la ciudad (1931) y Tiempos modernos (1936). Esta identificación con el cine mudo hace que Charles Chaplin muestre una inteligencia visual descomunal, capaz de dar a luz gags o situaciones más expresivas que otras subrayadas por extensos diálogos. ¿Qué mejor manera de expresar las ambiciones territoriales del nazismo que la ya mítica imagen de Hinkel jugueteando con un globo terráqueo hinchable en El gran dictador?

Algo de eso se sigue manteniendo en Monsieur Verdoux, donde los gags más osados e hilarantes son principalmente visuales. Todos ellos están planificados de una manera milimétricamente asombrosa, manteniendo intacta toda su frescura. Los dejes y algunos aspectos próximos a la pantomima hacen que la actuación de propio Chaplin recuerde en algo a su época muda, toda ello revestido por los ademanes y formas propias de un bon vivant genuinamente francés. Otra actuación totalmente compatible con la comedia es la de Martha Raye en el papel de Annabella Bonheur, una de las viudas candidata a ser víctima de Monsieur Verdoux que, con continuos golpes de suerte, va frustrando las tentativas de asesinato sin darse siquiera cuenta. La actuación que aporta un ligero sentimentalismo viene de Marilyn Nash, que se mete en la piel de una chica (cuyo nombre no se menciona) de cierta importancia en el aspecto moral.

*Ahondando en las ideas

Con Monsieur Verdoux, Charles Chaplin en lugar de obtener un gran éxito de taquilla consiguió un gran escándalo. Ya no es solo la aparente ligereza e indiferencia con que Verdoux comete los asesinatos, había ciertas lecturas políticas que fueron realmente mal recibidas. Evidentemente, tenemos al capitalismo como fuente del traspaso al lado oscuro del protagonista, que pierde su trabajo por una crisis financiera. A la limón se insertan algunas grabaciones reales de los efectos del paro y la pobreza en Europa correlacionándolo con el auge de los totalitarismos en el Viejo Continente (ojo al escondido guiño a la Guerra Civil Española).

Según va avanzando Monsieur Verdoux, el personaje interpretado por Charles Chaplin se va mostrando más filosófico y deja caer algunas sentencias siniestramente lúcidas. Poco a poco se va volviendo más complejo, y comprobamos también la faceta tierna para con su familia. Monsieur Verdoux no deja de ser una película que se imbuye del pesimismo existente en la posguerra de la II Guerra Mundial. No por ello deja de lanzar mensajes humanistas, como el pacifismo que se desprende de los minutos finales, pero vemos al Chaplin más incómodo y nihilista, quizá, de su carrera. Con humor, eso sí. Mientras que en el final de El gran dictador había un lugar para la esperanza, en Monsieur Verdoux hay mucho de desencanto. Fue a partir del año de estreno de esta película (1947) cuando el Comité de Actividades Norteamericanas empezó a importunar a Chaplin. Finalmente en 1952 llegaría la hora del exilio.

Conclusión

Monsieur Verdoux rompió con el estilo humorístico característico de Charles Chaplin, que pasó de la sátira de su película anterior, El gran dictador, al colmillo retorcido y a la negrura. No obstante, la narrativa es sobria, elegante y posee una gran inteligencia visual en los gags heredada del cine mudo. Recibida en su momento con hostilidad, merece ser tenida en cuenta como una de las grandes obras de Chaplin y una muestra de hilaridad algo perversa y vitriólica.

Escrito por Mariano González
Cinemagavia
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