Regresando de nuevo al universo de Ju-On, esta película se sitúa en la línea temporal de la trilogía americana producida por Sam Raimi y Rob Tapert, quienes regresan para producir esta cuarta película. La única diferencia es que Takashi Shimizu no estuvo involucrado y no es de extrañar por qué esta película se siente tan diferente a las demás. La entidad de Kayako ahora se manifiesta de otra manera y lo hace usando las almas de sus víctimas. Lo que ha caracterizado bastante las películas de esta franquicia originaria de Japón es que siempre se orientan a lo psicológico y utilizan las historias cruzadas, al punto que llegan a ser confusas y muchas veces no se entienden. Esta película, por otro lado, usa esos elementos con más claridad y es más fácil de entender. The Grudge 3 fue fácil de entender por qué no utilizó la fórmula de las historias cruzadas. Esta película vuelve a esa fórmula, pero lo hace de una manera más comprensible. En ese aspecto, esta película llega a ser en parte mejor que las demás entregas, pero todo ese aire de misterio y suspenso psicológico que la franquicia tiene es lo que define gran parte de la personalidad de Ju-On y como esta película es mucho más liviana, en ese punto si puede dejar mucho que desear. Así que esta película es más fácil de digerir y comprender, pero como entrega de Ju-On, claramente genera muchos sentimientos encontrados. Mi calificación final para esta película es un 8/10.