Una serie que tiene en su título el nombre de Lovecraft es una declaración de intenciones. Sin embargo, esta serie decepciona a quienes se aproximan con ansia de recrear el horror de los abismos del tiempo. Tras un inicio que apunta a que nos vamos a sumergir en el universo de Lovecraft, nos encontramos con un pastiche entre Percy Jackson y Las Crónicas de Narnia con algunas secuencias que recuerdan al Show de Bill Cosby.

De Lovecraft no hay ná de ná. Bueno, sí, el nombre. Y el famoso poema que escribió sobre los negros.

Lo más interesante de la serie no tiene nada que ver con la temática del terror cósmico que se supone que es la marca de Lovecraft: la situación trágica de los afroamericanos (denominados despiadadamente como negros, así, en español) en una sociedad blanca de los años 50 donde se practica la segregación y que la serie muestra con crudeza, con varias referencias que he tenido que buscar en la wikipedia para enterarme de qué iba lo que se veía en pantalla. Nada que objetar. Al showrunner le han dado la financiación y la ha usado como le ha parecido. Pero esto no es lo que nos promete la serie.