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España España · Moaña
Voto de Bermu:
10
Drama La historia está ambientada en 1907, en Uppsala, Suecia, y se centra en los Ekdahls, la familia del joven Alexander y su hermana Fanny. Los padres se dedican al teatro y son felices, hasta que el padre muere de forma repentina. Al poco tiempo, la madre decide casarse con un líder religioso conservador, una decisión que cambiará sus vidas. (FILMAFFINITY)
5 de junio de 2020
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Sinceramente no sé por donde empezar esta crítica; la película ha tratado tantos temas diferentes que es difícil realizar una crítica lógica para que la gente entienda las sensaciones que me ha dejado al acabar de verla. Creo que ha sido un resumen perfecto a la filmografía del genio sueco, introduciendo todos los temas que han marcado de una manera u otra su vida; la condición humana, sus miedos, sus angustias, sus deseos, la vida después de la muerte, la existencia de Dios y la religión, las luces y alegrías de la vida frente a las sombras tenebrosas de la oscuridad y la muerte.

La película nos traslada a la Suecia de principios de siglo para contarnos la vida de la familia Ekdahl, una familia adinerada que vive encerrada en su propio mundo, un mundo de lujos y criados alejado de la realidad, de ese otro mundo exterior donde la gente sufre, pasa hambre y frío. Aunque el mundo de los Ekdahl se nos muestra colorido y alegre, realmente es una burdo engaño, se esconden bajo el alcohol, la lujuria y las deudas para evadirse de sus penas y desgracias.

Toda esa aparente alegría y felicidad cambia cuando muere el padre de Alexander y su madre se vuelve a casar con el obispo luterano de la ciudad. En un principio enamorada, pronto se da cuenta de que su nueva vida va a ser muy diferente a la anterior. Descubre que el obispo es una persona posesiva, inflexible y cruel con él y con sus hijos. Bergman juega muy bien aquí sus cartas para mostrarnos ese otro mundo opuesto al de los Ekdahl, ese mundo real donde las circunstancias son muy diferentes, austeras, rígidas e inhumanas.

En este punto Bergman nos introduce el duelo entre la razón y la sensatez, individualizadas en Alexander, frente a la opresión, el despotismo y la decadencia de la iglesia. Entra en juego la existencia de Dios desde los ojos del pequeño, recalcando su indiferencia e ineptitud ante los problemas de la gente, de sus desgracias, de sus miedos e inquietudes.

Por último, me gustaría subrayar el miedo a la muerte tan claramente definido en el pequeño Alexander, sobre todo cuando encara la muerte de su padre con horror. Puede ser ese miedo o esa angustia el motivo por el que se le aparece continuamente el fantasma de su padre durante toda la película, esa obsesión de Bergman por la vida después de la muerte. Los deseos que tiene Alexander de venganza hacia el obispo le hacen generar en su mente la muerte del mismo, obsesión que se hará realidad y que le atormentará posteriormente.

Indudablemente, Bergman nunca ha dejado indiferente a nadie. Con el sueco no hay término medio, o lo amas o lo odias, pero creo que la palabra que mejor lo define es diferente. Plasmaba en cada una de sus películas todos sus miedos y angustias, sus deseos, sus temores, toda su alma puesta en un rollo de cinta. Con esta película puso prácticamente punto y final a su filmografía... y menudo colofón. Creo que es un resumen perfecto a ese universo bergmaniano que creó el genio sueco.
Bermu
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