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Voto de videodrome:
5
Comedia. Romance Todos tenemos fantasías sobre cómo arreglar nuestra vida de una vez por todas, lo que incluye arriesgarlo todo y salir indemnes. Un grupo de jóvenes, además de fantasear, se ponen manos a la obra, pero sin haber elaborado planes de ninguna clase.
10 de noviembre de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La juventud se puede perder sin que te des cuenta. Entre tanto pájaro y tanto humo es difícil saber cuál es el camino a seguir, la senda adecuada para no desfallecer ni caer en posibles errores futuros. Y en estos tiempos menos aún.

David Yañez crea un cuadro repleto de miedos, indecisiones, inexperiencia y mucha música con su nuevo proyecto: Muchos pedazos de algo; un libro abierto que refleja la realidad actual de una juventud perdida. A medio camino entre la experiencia documental (repleta de testimonios en este caso) y la cinta al uso, en ella se narran las experiencias de un grupo de post adolescentes (ya rondando la treintena) zaragozanos inmersos en los preparativos de un festival de música (el Pirineos Sur). Esa es la excusa para profundizar en amoríos entre ellos, dudas, mentiras y, sobre todo, miedo ante el paso del tiempo, ante el peso de la propia incertidumbre originada por la propia situación económica del país y por la sombra de las responsabilidades que tanto les ahogan y limitan (y no sólo a ellos).

Lo que en un principio puede resultar 100% fresco finalmente deriva en algo repetitivo en exceso, en una propuesta algo plana, demasiado difusa para unos inicios tan prometedores. Eso de que los actores rompan la cuarta pared, el estilo blanco y negro y la originalidad y potencia de una banda sonora genial; se convierten en factores determinantes para dejarte llevar en una historia con la que te puedes sentir total o parcialmente identificado. Pero al final termina cansando. Termina por repetirse demasiado en emociones que ya conoces (relacionadas con líos amorosos casi en su totalidad), en comportamientos que ya comprendes, llegando a ser obvia y algo simplista una vez la trama avanza.

Por otra parte, el nivel interpretativo tampoco es que destaque demasiado. Pero al menos los actores no resultan disonantes, ni fuera de lugar en ningún momento. Podrían haber sido infinitamente mejores las interpretaciones pero también muchísimo peores. Aun así la cercanía que muestran respecto al espectador es digna de remarcar ante tantas películas artificiales que pueblan las carteleras en estos tiempos que corren.

Cabe destacar también la importancia de la música en la cinta. Aparece siempre y de la mejor forma posible, aumentando el nivel del conjunto considerablemente. Los temas de Natalie Lafourcade, Rapsusklei & the flow fanatics o The Faith Keepers (entre otros) sirven para hilar las situaciones, para dar ese plus que hace que la cinta alcance niveles suficientes y más que aceptables. Aquí se nota ese amor hacía la música, hacía los grupos de aquí y de allí; un grato homenaje a esos creadores que dan todo por sus convicciones.

Una pena que lo que empezó tan bien, con tantas posibilidades y tanto por desarrollar (la crisis siempre será un tema recurrente), haya terminado siendo una Friends pero en versión Los Pirineos. Un producto que tiene ganas pero que no termina de pulir su contenido. Eso sí, no se le puede negar originalidad, sinceridad y claridad. Una experiencia distinta.
videodrome
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