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Voto de ATTICUS:
8
6,8
5.126
Drama
Tom tiene 28 años y está destinado a seguir los pasos de su padre en el sórdido y a veces brutal negocio inmobiliario. Sin embargo, gracias a un encuentro casual, concibe la ilusión de llegar a ser pianista como su madre. Con gran determinación, empieza a prepararse para una audición con una experta pianista china. Como ella no habla francés, la música será el único medio de comunicación entre ambos. En estas circunstancias, su trabajo ... [+]
26 de agosto de 2008
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
"De latir mi corazón se ha parado" es el hermoso título de esta película francesa de Jacques Audiard, director de "Un héroe muy discreto", que remakea el film americano de los años 70, "Fingers (Melodía para un asesino)" de James Toback.
Romain Duris es Tom, un joven extorsionador con negocios inmobiliarios en Paris, que ve la posibilidad de cambiar de vida tras dos encuentros fortuitos, primero con el agente de su fallecida madre, concertista de piano, y posteriormente, con la mujer de su socio.
Buena parte de la película esta rodada con la cámara al hombro, lo que propicia una atmósfera sórdida durante todo el metraje. También hay muchos y bellos primeros planos, sobre todo del protagonista.
El film, que intercala escenas de turbadora violencia con otras extremadamente sensibles, es técnicamente perfecto. La fotografía y la banda sonora, esta última de Alexandre Desplat, favorecen la creación de este escenario, unas veces malsano y, otras muchas, delicado.
La genial interpretación de Romain Duris es el puntal sobre el que se sustenta la película, siendo su personaje el centro de la trama y casi único protagonista. Es la primera película que veo del francés, pero su maravillosa recreación de este cabrón con sentimientos, me anima a recuperar alguno de sus trabajos anteriores.
En fin, una película sobre la podredumbre del alma humana, la perdida, las relaciones paterno-filiales, el destino, la incomunicación y/o la comunicación a través de la música, las segundas oportunidades, la posibilidad de redención y el amor.
(Casi) nunca Paris fue escenario de una historia tan mísera y a la vez tan bella.
Lo mejor: Romain Duris.
Lo peor: “Dos años después” deja algunas incógnitas sin resolver.
Romain Duris es Tom, un joven extorsionador con negocios inmobiliarios en Paris, que ve la posibilidad de cambiar de vida tras dos encuentros fortuitos, primero con el agente de su fallecida madre, concertista de piano, y posteriormente, con la mujer de su socio.
Buena parte de la película esta rodada con la cámara al hombro, lo que propicia una atmósfera sórdida durante todo el metraje. También hay muchos y bellos primeros planos, sobre todo del protagonista.
El film, que intercala escenas de turbadora violencia con otras extremadamente sensibles, es técnicamente perfecto. La fotografía y la banda sonora, esta última de Alexandre Desplat, favorecen la creación de este escenario, unas veces malsano y, otras muchas, delicado.
La genial interpretación de Romain Duris es el puntal sobre el que se sustenta la película, siendo su personaje el centro de la trama y casi único protagonista. Es la primera película que veo del francés, pero su maravillosa recreación de este cabrón con sentimientos, me anima a recuperar alguno de sus trabajos anteriores.
En fin, una película sobre la podredumbre del alma humana, la perdida, las relaciones paterno-filiales, el destino, la incomunicación y/o la comunicación a través de la música, las segundas oportunidades, la posibilidad de redención y el amor.
(Casi) nunca Paris fue escenario de una historia tan mísera y a la vez tan bella.
Lo mejor: Romain Duris.
Lo peor: “Dos años después” deja algunas incógnitas sin resolver.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Son muchas las escenas que emocionan, pero entre ellas son especialmente hermosas las protagonizadas por Tom en la barra del bar y en la mesa del restaurante, donde toca sobre la superficie como si de un piano se tratase, emocionado con la posibilidad de cambiar su destino y totalmente ausente de la realidad que le rodea.