Bill Maher es un gran detractor de la política y por ello mismo puede verse como un gran demócrata. Aquí lo vemos una vez más insertando sus más crueles dardos en los lomos de Bush o Palin, en las anécdotas ridículas y absurdas de la religión y los esquemas bajo los que se mueve la sociedad actual a través de los medios de comunicación. Para mí es un verdadero placer disfrutar en completa libertad de un hombre que en otra época hacia rato hubiera sido excomulgado, vilipendiado, dilapidado, repudiado y condenado por su forma de ser y de hablar. Es un gusto ser testigo de que podemos vivir así. No sé si en otros países, o si tan siquiera en Latinoamérica podemos encontrarnos con estas virtudes, una admirable forma de derrochar humor e inteligencia al servicio del pensamiento y la libertad. No hay mordaza, no hay tapujos, no hay ni siquiera la más mínima auto contención. Y eso, públicamente, es una virtud. En privado sí es otra cosa, y nos metemos en problemas familiares y afectivos por no hacerlo; pero a la manera de Bill Maher es por completo admirable... Incluso si no logras estar de acuerdo con él y llegas a pensar que, como en la Inquisición, merece la hoguera.