Así como muchas veces los "covers" de ciertas canciones viejas lo único que hacen es darle mérito a las versiones originales, y así como muchas veces asistimos a los remakes más desvergonzados de buenas obras, los dos capítulos de esta versión de Rosemary's Baby son una forma de estudiar cómo no hacer las cosas, cómo no dañar una historia, cómo darle el mayor crédito a la obra original en la que esta dice basarse.
Si alguien quiere ver esta miniserie, estoy seguro, lo hará para ver cómo se ponen las fichas mal, cómo los planos, los diálogos, las imprevisiones, se salen de las manos. Lo curioso es que, a pesar de todo, la fórmula para que saliera bien tampoco estaba en las manos Agnieszka Holland.
Puestos a pensar en lo que ha ocurrido con Rosemary's Baby, hay que decir que se cae sin su propia culpa y que, aunque hubieran dispuesto a una gran directora, no había razón para pensar que saliera tan mal. Y esto se debe a que nadie tiene el verdadero secreto para que una historia pase todos los procesos para ser grandiosa. Algo de magia, que supera el talento, ha de ocurrir.