A veces las películas no son realmente tan buenas como uno las recuerda.A veces pueden ser mejores de lo que uno considera cuando la vio por primera vez. El cine también, como muchas formas del arte, se hace y rehace, se define y redefine en nuestros propios contextos, bajo las lecturas e influencias que tengamos a la mano.
Yo recordaba esta película con un color especial: el de los videojuegos y la posibilidad de inmiscuirse en un relato de lo que pasa con las máquinas cuando quieren hacer las cosas a su antojo, pese a la programación que se les haya dado. Y sí, efectivamente eso es este filme. Sin embargo, ya no hay tanto candor ni tampoco tiene la potencia como para verse como una gran película por esos simples elementos. En realidad es un poco floja, al límite. Pero hay que decir que es de 1983 y que seguro en aquellos años pudo tener todo para ser una gran pieza cinematográfica. Mas aquí viene otra lección: mejor suerte han corrido películas mucho más viejas: envejecen y cada vez huelen mejor.