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Voto de cinedeautor:
8
Drama Sachi, Yoshino y Chika son tres hermanas que viven en Kamakura (Japón), en la casa de su abuela. Un día reciben la noticia de la muerte de su padre, que las abandonó cuando eran pequeñas. En el funeral conocen a la hija que su padre tuvo trece años antes y pronto las cuatro hermanas deciden vivir juntas. (FILMAFFINITY)
3 de abril de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hirokazu Koreeda se ha ganado el honor de ocupar esa lista donde se encuentran los grandes directores de la actualidad. En una época en la que parece que solo tocan el cielo trabajos estrictamente comerciales y que provienen, en su mayor parte, de los estudios de Hollywood, hay algunas personas que continúan en su empeño de hacer un cine personal y que levante sentimientos, aunque para algunos “no ocurra nada en pantalla”. Lamentablemente, ese cine que gozó de gran reconocimiento hace 50 años en todos los lugares, ahora queda relegado a un segundo plano; es decir, a los Festivales de Cine. Aquellos que, si no te molestas en leer, no te das cuenta que se celebran año tras año. Y eso le pasa a Koreeda, fijo de Cannes y San Sebastián, lugares que no han dudado en valorar muy positivamente su carrera, ya sea mediante premios o críticas espectaculares. Al menos puede dar gracias de ser conocido y admirado entre la cinefilia ahora que se encuentra activo y no como le pasó al maestro Ozu, tristemente alabado años después de su muerte. Porque aunque las comparaciones sean odiosas, el alma cinematográfica de Yasujiro sigue vivo gracias a este realizador nipón, que trabajo tras trabajo no se cansa de hacer un análisis profundo de la familia de manera conmovedora y poética.

La filmografía de Hirokazu ha tocado prácticamente casi todas las ramas de los conflictos que se pueden dan dentro de los núcleos familiares. En Nadie sabe, retrató una historia sobre unos niños -hermanos entre sí pero de diferentes padres- que tienen que vivir sin la figura maternal, la cual desaparece durante largos periodos de tiempos. Koreeda nos hablaba de ese paso precipitado del mundo infantil hacia la adolescencia, donde uno debe dejar atrás los sueños que tiene de pequeño y afrontar la cruda realidad. Cuatro años más tarde nos regaló una maravilla llamada Still Walking. Con esta obra con sabor a Ozu 100%, el japonés hacía un análisis de la familia directamente, componente por componente. Podría haber sido una grandísima segunda parte de Cuentos de Tokio de no haber tenido esta última un triste pero necesario final. Los hijos, ya independizados y con una familia propia, vuelven a casa de sus padres para pasar un tiempo con ellos. Los rencores, las cuentas pendientes, las promesas incumplidas y lo que pudo haber sido pero no fue salen a escena con el fin de dinamitar la que iba a ser una bonita quedada. Más tarde se alejó un poco, pero no tanto, para traernos una preciosa poesía visual: Air Doll (Muñeca de aire). ¿Quién no se conmovió al ver la historia de una muñeca de aire que se vuelve persona y empieza a comprobar poco a poco que el mundo real de belleza solo tiene la superficie? Una especia de vuelta de tuerca a lo que hizo en Nadie sabe. Pero para entender lo que significa tener un hijo, Koreeda decidió rodar De tal padre, tal hijo. ¿Cómo te sentirías cuando descubres que tu hijo en realidad no es tu hijo? Nos viene a decir que no importan las cuestiones de sangre, sino el cariño y comprensión, para formar una familia y decidir cuáles son nuestros más allegados. Koreeda dijo una vez que cada película suya habla sobre una etapa de la vida y no hay nada mejor que esas palabras para resumir su filmografía.

Nuestra hermana pequeña vuelve a centrar su protagonismo en tres hermanas que viven en la casa que heredaron de su abuela en Kamakura, ciudad por cierto donde Ozu situó a sus personajes en varias de sus películas y donde él mismo murió. El padre las abandonó hace 15 años por otra mujer y la madre, en cierta medida, hizo lo mismo al no poder llevar las riendas de la familia. De este modo, la idea de Nadie sabe vuelve otra vez a estar muy presente. La diferencia es que aquí, Sachi, Yoshino y Chika son ya tres mujeres con sus respectivos trabajos y novios. Un día, reciben la noticia de que su padre ha muerto, por lo que asistirán al funeral que se va a celebrar lejos de su casa. Es allí donde conocen a la que sería su hermana pequeña, esa que fue el motivo de la ruptura de su familia. Pero las tres jóvenes comprenden que ella no tiene la culpa de nada, así que deciden que se venga a vivir con ellas a Kamakura.

Quizá sea la película más alegre y optimista que haya hecho Koreeda en lo que va de carrera, aunque mantiene esas complicaciones persistentes en las situaciones familiares. A diferencia de sus anteriores trabajos que, o bien los protagonistas mantienen conflictos internos o es el mundo exterior el que les pone trabas, en Nuestra hermana pequeña nos encontramos con un trabajo adorable, lleno de bromas, risas y momentos compartidos. Porque los problemas aparentes que surgen de golpe, como los conflictos amorosos de las hermanas, no logran anteponerse a las secuencias cálidas donde las tres ayudan y muestran su apoyo a la nueva integrante de la familia. Una visión optimista muy presente en el cine japonés y que ya habíamos visto con anterioridad en Koreeda, pero no de una forma tan explícita como hasta ahora. Y aquí es donde radica la belleza -y no cursilería como algunos han criticado- de un film que se inicia con la muerte pero que en cada minuto que pasa se va llenando de vida.

- Continúa en "Spoiler" sin spoilers-
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
cinedeautor
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