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Voto de coscarelli:
1
Drama. Romance Año 1851. Ada, que es muda desde niña, acaba de enviudar. Un matrimonio concertado la obliga a dejar su Escocia natal y viajar a Nueva Zelanda, acompañada de su hija y de su piano. Allí conoce a su futuro marido, un próspero granjero que se niega a llevar a casa el piano. Abandonado en la playa, el instrumento será rescatado por un vecino que establece un extraño pacto con Ada: él la dejará usar su piano a cambio de que ella se deje tocar. (FILMAFFINITY) [+]
27 de noviembre de 2007
42 de 97 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos tenemos nuestra canción más odiada, el actor que no podemos ver ni en pintura, y por supuesto la película que tirariamos al retrete si se fuese claro. Bueno pues El Piano entra en el club selecto, y desde su estreno, en el número uno de la película que no puedo ni ver, aunque me la pusiesen como al protagonista de La Naranja Mecánica, con los ojos abiertos con ganchos...
Para empezar ese argumento absurdo, de una madre y su hija que se van a la selva a hacer nadie sabe muy bien el qué, y allí pues a tocar el piano, a liarse con el maestro y a humillar a un cada vez más impresentable Sam Neill, que siempre hace el mismo papel de pusilánime (vease Calma Total, Parque Jurásico, El hombre que susurraba a los caballos, Un grito en la oscuridad, y asi un largo etcetera de papeles, todos ellos cortados por el mismo patrón).
Después nos encontramos con el personaje de la niña Anna Paquin, decir que es antipática es decir poco, que alguien me explique porqué le otorgaron el premio Oscar, ¿ acaso aquel año estaba nominada Ana Obregón y Leticia Sabater ?...
Y luego está la protagonista de este pestiño, la menuda Holly Hunter, igual de antipática que el personaje de su hija, pero encima es muda....Pues nada, otro Oscar al canto....por no hablar !!!! Por esa regla de tres, no le hubiesen cabido los premios en casa al bueno de Harpo Marx, y con eso yo creo que ya lo digo todo sobre mi opinión sobre esta actriz y su personaje en esta película.
Aquí solo se salva el siempre eficiente Harvey Keitel, que mejor no le nombremos mucho porque me imagino que sentirá vergüenza propia y ajena de esta película.
Por otra parte la base de la película es la música, demasiado moderna para ser oida en el siglo XIX. Faltaban unos focos y una bola gigante con John Travolta bailando al son de los Bee Gees.
En resumen, que la película no hay por donde cogerla, y menos premios a este tipo de basura, que nos vamos a intoxicar.
coscarelli
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