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España España · Palma de Mallorca
Voto de Robert Denigro:
7
Intriga. Thriller. Ciencia ficción David Lightman es un joven hacker, un experto informático capaz de saltarse los más avanzados sistemas de seguridad y de descifrar los más herméticos códigos secretos. Accidentalmente un día conecta su ordenador al del Departamento de Defensa americano, encargado del sistema de defensa nuclear. Pensando que lo que ha encontrado son nuevos juegos de ordenador, David juega con la supercomputadora a las damas, al ajedrez y a otros juegos ... [+]
2 de octubre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos olvidamos fácilmente del pasado, pero el mundo vivió largo tiempo aterrorizado ante la psicosis de un desastre nuclear que parecía inminente. En plena guerra fría Stanley Kubrick se atrevió a quitarle hierro al asunto con la película "Teléfono rojo. Volamos hacia Moscú", una sátira de humor muy negro. En realidad una comedia aterradora.

Si en la película de Kubrick era un general paranoico quien desencadenaba la tercera guerra mundial, en "Juegos de Guerra" es un despierto colegial desde su habitación, con la única ayuda de un ordenador doméstico. La diferencia no es casual, y evidencia la distancia generacional entre ambas películas. "Juegos de guerra" obliga al espectador a ubicarse en los años 80, ese universo, un poco tontorrón, donde los jóvenes eran los protagonistas de todas las aventuras. Donde Kubrick ofrecía un festival de sarcasmo adulto, John Badham sólo es capaz de un entretenimiento infantil, con la clara voluntad de lograr el mismo éxito de taquilla que el cine juvenil de Steven Spielberg.

Siguiendo la moda de la década "Juegos de guerra" reivindicaba el triunfo de la juventud, con un lampiño Matthew Broderick poniendo en jaque, de manera involuntaria, a todo el ejército norteamericano. Un retrato excesivamente optimista de los orígenes digitales de nuestra juventud, atrincherada actualmente en sus habitaciones-bunker y adicta al mundo virtual.

Aunque "Juegos de guerra" es ingenua y simplista debo reconocer mi afición por el cine de aquella década. De la película me gusta todo aquello que no tiene relación con el argumento sino con una forma de vivir. Los chalets residenciales con jardín, la decoración pop de las habitaciones de los protagonistas, esas enormes cocinas con teléfono y todo aquello que al ver una película de los años 80 te hace sentir como en casa. En fin, es mi debilidad. Ustedes me disculparán.
Robert Denigro
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