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España España · Cines Astoria Alicante
Voto de Bloomsday:
6
Ciencia ficción. Thriller Cuatro hombres trabajan en un garaje construyendo aparatos altamente complejos. En parte por accidente y en parte por su pericia, descubren un mecanismo dotado de poderes que les permite conseguir casi todo lo que quieran. Se trata de un hallazgo que podría cambiar el mundo, pero que pondrá a prueba las relaciones entre sus inventores... (FILMAFFINITY)
21 de julio de 2008
83 de 103 usuarios han encontrado esta crítica útil
Supongo que acudí con todas las precauciones posibles, bien comido y bien meado, con la cota de malla protectora y la mente despejada, ávida de descifrar indescifrables.

Lo supongo porque, una vez vista, la peli no me ha parecido taaaaaan compleja (es decir, es difícil, sí; pero no para un "tan" con 6 "aes"). El batiburrillo técnico que salivan las lenguas de los protagonistas no es más que eso: diálogo. Y el diálogo es como tiene que ser para trazar a estos científicos de garaje. Pero tienes una voz en off que te va poniendo al día y un personaje guía que nada sabe al principio para que cruces el paso de cebra cogido de su mano. Ese diálogo configura personajes, pero se puede hacer abstracción de los detalles técnicos y entender el grueso del asunto sin problema. Creo.

No es la temática la que confunde, no es el baile científico de inducciones y deducciones, no es la terminología ni el aspergillus que rebota de la 'A' a la 'B'... El lío padre me da a mí que surge de una narración pretendidamente confusa, contorsionista, de hechos consumados. Un avanzar por la trama que rompe la lógica interna, normal, obvia y cronológica de los acontecimientos. Aquí las cosas ya han pasado, se suponen, se explican con un comentario fugaz (si un tío se toma un café y se quema, por ejemplo, Carruth mostraría el paquete que el accidentado le echa a la camarera). Y eso, digo yo, encaja con el follón temporal en que se meten los dos protagonistas. Encaja aquello de fondo y forma. Y eso es un mérito.

Pero el espectador se pierde, claro. No hay otra. Y es que Carruth aprovecha esta inconcreción para, en mi opinión, dejar cabos sueltos, grietas que no es que no estén cerradas, es que no se mete a descifrarlas. Abre puertas y las deja abiertas. Porque esta cinta tiene una lógica cercana a la mente científica: aquella que opina que las soluciones no siempre están, sino que a veces hay que suponerlas.

Y luego ya cada uno... Algunos dirán que esto es cine y no cuántica, que la narrativa es la narrativa y no vale todo, que las escenas tienen su introducción-nudo-desenlace y que no te pueden contar algo empezando por la mitad, obviando datos para su comprensión, con la aparente finalidad de disimular lagunas y generar interés a partir de una confusión disfrazada de incógnita...

Otros, sin embargo, quedarán fascinados por ese garaje luminoso, de laberíntico cableado. Pero para eso hay que estar dispuesto a lanzarle hipótesis al celuloide y, sin esperar conclusiones, considerar que una película es propiedad del espectador y no solo del director. Que una cinta ya filmada y montada puede seguir creciendo al ser mirada, escrutada e interpretada.

En todo caso a la película, y en mi opinión, le falta un hervor para ser redonda.
Bloomsday
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