Un thriller muy bien presentado, con una factura técnica que sorprende gratamente, que consigue crear con solvencia y sencillez una atmósfera propia. Unos personajes enigmáticos obligados a compartir el mismo espacio, quienes para sobrevivir se tienen que enfrentar, durante una larga noche desangelada y hostil, tanto entre sí como a un enemigo tan desconocido como despiadado.

Continua con buen tono y manteniendo un interés creciente con los habituales, y en este caso efectivos, giros de guión, pero poco a poco van apareciendo grietas por las que se desvanece el interés del espectador. Los personajes pierden frescura, ya que el guión no consigue humanizarlos y diferenciarlos lo suficiente para que creen lazos con el espectador. Y como grupo, más que verdadera angustia, sólo transmiten algo de sufrimiento.

Y en su último tercio aparecen serias contradicciones (ver spoilers). El guionista acaba anulando a sus personajes cuando comienza a darle forma al mensaje que quiere trasmitir, a justificar que alguien se pueda tomar la justicia por su mano, por lo que casi todo lo que ocurre está artificial y forzosamente dirigido a justificar esa premisa, lo que acaba por restarle verosimilitud a todo el relato, dejándolo desprovisto de verdad, del realismo que había conseguido otorgarle, sobre todo gracias a su excelente ambientación, hasta ese momento.

Con todos los defectos, la película tiene fuerza y se consume con ganas, incluso se disfruta durante una buena parte de su metraje, pero no consigue rematar la faena.