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Voto de East:
5
11 de diciembre de 2019
55 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas mentiras tan grandes como el propio cine. Una gran y próspera industria basada en la ficción, en la mentira. Acudimos a una sala pagando una entrada para ver una historia inventada. Y en el colmo de la contradicción salimos contentos si nos engañan bien, si consiguen que la ilusión creada contenga cierta verosimilitud.
Esta película comienza con pequeñas mentiras que se intuyen dentro de otras mayores, todas bailando y coqueteando unas con otras, proclamando que los personajes no son lo que parecen. Y así va avanzando agradablemente, en un tono casi de comedia de timadores de guante blanco, con la carismática presencia de sus dos protagonistas principales como mayor reclamo. Pero el guión se vuelve más dramático, va desnudando poco a poco a los personajes, intentando alumbrar la verdad que se esconde detrás de toda la trama. Y cuando por fin sale a relucir, esa cruda verdad se antoja extraña, como si fuera de otra historia. Con esa realidad todo debería ser muy distinto a lo que hemos visto durante la proyección (ver spoilers). Los personajes principales, antes que desenmascarados, antes de aparecer como impostores ante nuestros ojos, se revelan como protagonistas de una historia convenientemente impostada.
Se ve bien, mantiene vivo el interés durante todo el metraje, pero resulta inconsistente, con un final incongruente. Es amena la mayor parte del tiempo, pero no alberga ninguna grandeza, ni en sus verdades ni en sus mentiras.
Esta película comienza con pequeñas mentiras que se intuyen dentro de otras mayores, todas bailando y coqueteando unas con otras, proclamando que los personajes no son lo que parecen. Y así va avanzando agradablemente, en un tono casi de comedia de timadores de guante blanco, con la carismática presencia de sus dos protagonistas principales como mayor reclamo. Pero el guión se vuelve más dramático, va desnudando poco a poco a los personajes, intentando alumbrar la verdad que se esconde detrás de toda la trama. Y cuando por fin sale a relucir, esa cruda verdad se antoja extraña, como si fuera de otra historia. Con esa realidad todo debería ser muy distinto a lo que hemos visto durante la proyección (ver spoilers). Los personajes principales, antes que desenmascarados, antes de aparecer como impostores ante nuestros ojos, se revelan como protagonistas de una historia convenientemente impostada.
Se ve bien, mantiene vivo el interés durante todo el metraje, pero resulta inconsistente, con un final incongruente. Es amena la mayor parte del tiempo, pero no alberga ninguna grandeza, ni en sus verdades ni en sus mentiras.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Al final de la película se desvela que el personaje que interpreta Ian Mackellen violó en su juventud al personaje interpretado por Helen Mirren. Esa verdad no está bien tratada, está presentada de una manera demasiado tosca, como si el personaje de Ian Mackellen fuese un violador torpe y compulsivo antes que un astuto y frío timador. Casi en la misma secuencia, un joven intenta propasarse con una joven en presencia de sus dos hermanas, y a renglón seguido, como si no hubiera pasado nada, sube a darle clases particulares a otra hermana (la menor de todas), a la que finalmente viola. Y todo ello con los padres de las chicas presentes en la gran mansión, pero sin hacer nada contra el chico, ni siquiera cuando acaba de violar a su hija menor.
Eso no resulta verosímil ni adecuado al desarrollo posterior de los personajes, un personaje (Ian MacKellen) que parece que nunca ha reincidido en ese tipo de conductas, que ha mutado y se ha convertido en una persona nada compulsiva, en un maestro de la simulación y la mentira. Tampoco el personaje de Hellen MIrren muestra las heridas que ese traumático hecho le ha ocasionado a lo largo de su vida.
Esos 5 ó 10 minutos le restan bastante credibilidad y consistencia a toda la cinta.
Eso no resulta verosímil ni adecuado al desarrollo posterior de los personajes, un personaje (Ian MacKellen) que parece que nunca ha reincidido en ese tipo de conductas, que ha mutado y se ha convertido en una persona nada compulsiva, en un maestro de la simulación y la mentira. Tampoco el personaje de Hellen MIrren muestra las heridas que ese traumático hecho le ha ocasionado a lo largo de su vida.
Esos 5 ó 10 minutos le restan bastante credibilidad y consistencia a toda la cinta.