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Voto de Kevin Varguez:
2
Drama. Fantástico. Terror Alejandra es una joven madre y ama de casa que cría a sus hijos, junto a su marido Ángel, en una pequeña ciudad de México. Su hermano Fabián es enfermero en un hospital local. Sus vidas provincianas son alteradas con la llegada de Verónica. El sexo y el amor son frágiles en ciertas regiones donde existen los valores familiares, y donde la hipocresía, la homofobia, y el machismo son fuertes. Verónica les convence de que en el bosque ... [+]
21 de febrero de 2018
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos los mexicanos sabemos que nuestro cine no está en buena salud. Y no porque no se haga cine, sino porque el cine que sí se hace no es lo que necesitamos. Las películas mexicanas que se adueñan de las taquillas y recaudan millones son todas comedias mediocres sin chiste protagonizadas por actores de telenovelas, con guiones muchas veces tomados (con permiso o sin el) de otras películas extranjeras que fueron éxitos en su país y que las productoras cercanas a Televisa (el cuasi monopolio televisivo en México) reutilizan con menos gracia que las originales. "3 idiotas" "Todos queremos a alguien" "Cómo cortar a tu patán" "Hazlo como hombre" "Cómo matar a un esposo muerto" "Me gusta pero me asusta" "Una mujer sin filtro" entre otras, tan solo en este año, son ejemplo de la terrible y casi grosera baja calidad de nuestro cine. Cine que agrada a las masas y que genera millones de ingresos. El problema de este cine es que con el tiempo baja las expectativas del público, y con ello el buen gusto por el cine de calidad, prepositivo e ingenioso. Hunden al cine mexicano en una mediocridad que no parece tener fin. Nos convierte en consumidores de comida chatarra que acabará por reventar nuestras arterias.

Por otro lado, existe el otro cine, el de autor, el encabezado por personajes como Amat Escalante y Carlos Reygadas, claramente influenciados por el buen cine internacional de todas las épocas, de los grandes directores que quizás no muchos conozcan, pero que fueron parte fundamental del cine y su evolución. Estos directores mexicanos intentar ser originales con golpes de martillo, radicales, provocativos y nada amables con el público masivo. Sus películas rara vez son expuestas en cines comerciales, a menudo recaudan menos de lo que invirtieron (aunque sus recursos provengan del gobierno y otras instituciones), pero logran nominaciones y premios en festivales de cine internacionales.
"La región salvaje" es el ejemplo perfecto de este tipo de cine. Es un película que no se deja ver. No solo porque su dudosa estancia en los cines comerciales fue corta y hasta polémica (Cinemex parecía que no iba exhibirla) sino también por que su guión, forma y escenas no se prestan al consumo del público en general. La gente abandona las salas cuando se harta de ver escenas explicitas de hombres teniendo sexo, o calamares fornicando con mujeres, o planos largos con ausencia de música, y todas aquellas herramientas cinematográficas de las que usa y abusa Amat Escalante.
Es verdad que México necesita buen cine, que es importante apoyar nuestras películas, pero lo más inteligente que podemos hacer por el cine mexicano no es apoyar películas como "La región salvaje". México no necesita películas encriptadas en lenguajes densos y extravagantes que están fabricadas apropósito para causar desagrado y repugnancia al espectador. En este momento de la historia el cine mexicano no necesita un cine que intenta emular al de Andrei Tarkovsky, (que por supuesto considero el mejor cineasta de todos los tiempos), o lo más provocativo de Lars Von Trier (pero sin su talento y contenido) que sólo aleja al espectador promedio, por más premios internacionales que gane y que no significan nada para nuestra industria. Amat es claro, ha dicho que su arte tiene la función de provocar, pero esa provocación ahuyenta el interés por su cine a nivel masivo. Para la región salvaje el promedio por pantalla en su primer día fue de solo 48 espectadores. Pero a Amat Escalante es seguro que eso no le interesa. No hace cine para el espectador mexicano promedio, hace cine para los festivales, pero sobre todo para sí mismo. Amat como muchos otros directores de cine de autor pretenciosos sólo tiene una prioridad: complacerse a sí mismo, retarse, sentirse creador de una obra original que contenga todo aquello que él cree es importante. El gobierno mexicano y otras instituciones le dan dinero a Amat Escalante para hacer el cine que le complazca a él, y sólo a él, (y a unos cuentos jurados claro) sin importar el retorno en la recaudación, sin importar el gusto del expectador, sin importar lo vital que es atraer a los mexicanos al cine de calidad. No le importa desarrollar el gusto de los mexicanos por el buen cine, le da igual si televisa convierte en ignorantes y mediocres a los espectadores, le da igual si nadie mira su película (aunque lucha para que la exhiban).

¿Debemos apoyar el cine que consume recursos y que no se interesa por el público mexicano?

Lo que el cine mexicano sí necesita son películas con guiones originales y buenas actuaciones que puedan ser consumidas por el espectador promedio y que al mismo tiempo su calidad esté por encima de las telenovelas mediocres que nos invaden. Necesita cineastas que se interesen en el público, que construyan una buena historia, con creatividad y buen gusto, sin pretenciones pseudo artisticas y enigmaticas, sin egos, y sin la necesidad de un gran presupuesto. Y es que lo que realmente importa al público son las historias, no el presupuesto. Amat Escalante recibió del Fondo para la Producción Cinematográfica de Calidad 8 millones 500 mil pesos y 1 millón 500 mil pesos de Fidecine, fondos del estado que administra el Instituto Mexicano de Cinematografía, más otras instituciones. En total tuvo un costo de 25 millones de pesos. (aprox 1 millon 300 mil dolares), más o menos lo que cuesta hacer películas como la española "Verano 1993", que además de tener nominaciones importantes fue un exito en taquilla, y una gran historia.

El cine méxicano no necesita pseudo Tarkovskys pretenciosos que quieren provocar al espectador en la forma incorrecta, y hacerlos huir de las salas, necesita cineastas de calidad que respeten al público en todos los sentidos.
Kevin Varguez
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