Son muchas las palabras que esta obra cinematográfica expone mientras se desarrolla.
Amor, realidad, sobriedad, nostalgia, realismo, dignidad, vida, muerte.
Son muchas las sensaciones que el director nos permite acaparar mientras las escenas siguen su curso lento pero eficaz, y nunca aburrido.
El rodaje se circunscribe a un departamento, lo cual expone a los protagonistas que resuelven de manera magistral y armónica sus papeles. El escenario, los planos y la musica agudizan la intimidad a la vez que exponen ese aislamiento elegido y deseado por el sentido de dignidad propia, y aquella que se hace valer sobre el ser amado.

Haneke logra una obra muy inteligente, que logra su propósito haciéndonos reflexionar sobre el verdadero amor, la nostalgia de lo vivido, el inevitable paso del tiempo, el regreso.