No iban a tardar las películas que utilizaran la actual pandemia, como particular recurso sobre el que convertir la incertidumbre en puro terror, aprovechando que apenas les separa un estrecho margen.

Inspirado en su propio cortometraje, que se puede considerar más bien una pieza anexa al mismo film, el realizador Rob Savage lleva más allá su idea, surgida de matar el tiempo hablando con sus amigos, al igual que muchos de nosotros, a a través de vídeoconferencias, y en apenas dos minutos, conseguir asustarlos haciéndoles creer que hay ruidos en su ático.

Con mucha valentía, Savage le hace una publicidad impagable a la aplicación Zoom, catalizador de lo sobrenatural para un grupo de amigas que están de experimentar, en tiempo real, una serie de sucesos sobrenaturales verdaderamente aterradores.

Aprovechando la química de un grupo de actrices, que son amigas en las vida real, el realizador aprovecha el multicanal para introducir, desde la calma inicial, un crescendo que contiene momentos de pánico muy logrados, con unos efectos especiales sorprendentemente bien ajustados.

En contra, todo estilo cercano al metraje encontrado es algo confuso y tramposo, y también es cierto que los prolegómenos del film se hacen algo espesos, y eso que hablamos de un film de apenas 57 minutos, todo un logro en cualquier época, con duraciones que a veces se extienden innecesariamente, sin nada real que contarnos.

Finalmente, este ingenioso mediometraje consigue lo que muchas producciones de mas presupuesto no logran, asustar a una audiencia aficionada al género, siempre ávida de productos de tales características, un logro en plena era covid, que al menos deja claro que algo mínimamente bueno tenía que surgir de la dichosa pandemia.


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