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España España · malaga
Voto de alcaide:
8
Drama. Intriga. Comedia Abe Lucas, un profesor de filosofía en plena crisis existencial, llega a una nueva universidad. Allí se relaciona con dos mujeres: Rita Richards, una solitaria profesora que busca que la rescate de su infeliz matrimonio; y Jill Pollard, su mejor estudiante y muy pronto su amiga. Aunque Jill está enamorada de su novio, encuentra irresistible la personalidad atormentada de Abe. (FILMAFFINITY)
25 de septiembre de 2015
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como todo genio que se precie, Woody Allen ha sido siempre un observador de la banalidad existencial, nunca expresada eso si desde el pesimismo, sino más bien, desde cierta mordacidad e irreverencia, que en el fondo, constituyen dos de las señas de identidad más que destacadas, dentro de la obra de tan incomparable autor.

Para esa deseada cita anual, que se lleva produciendo desde hace algo más de cuarenta años, el realizador neoyorkino ha optado, con "Irrational Man", por regresar a aquella fórmula que tan buenos resultados le diera en obras maestras de la talla de "Delitos y Faltas" (1989) y "Match Point" (2005), o la muy notable "El Sueño de Casandra" (2006), trabajos que compartían un lecho criminal, que si bien en la primera aún conservaba una parte cómica, separada como pieza destinada a sujetar el aspecto más dramático de la trama, en el virtuoso juego sobre la red londinense, al igual que en aquel ejercicio fraternal de suspense, se difuminaban casi por completo en favor de un relato bastante más sombrío.

Seguramente pensando en cerrar su propio círculo, Allen presenta esta última variante, que bajo la sombra siempre omnipresente del Crimen y Castigo de Dostoievski, abraza con mayor vehemencia un humor más bien cercano al patetismo, expresado en la figura de su protagonista, un profesor de filosofía desencantado con la vida, al que utiliza como un vehículo ideal con el que poder reflexionar sobre aspectos universales y verdades incomodas, desde un punto de vista sobrado y convincente.

Es así como entre citas de Simone de Beauvoir o Emmanuel Kant, teoría y practica van tomando forma, mientras el sello más inconfundible de su autor, el guión, cobra su propia identidad a la altura de las mejores corrientes de pensamiento, escenificando una superioridad tan insultante, que ya pocos calificativos de grandeza son aplicables para un realizador que, sencillamente, ha sabido convertir la inteligencia en celuloide.

De forma consciente, recurrir a Joaquin Phoenix como protagonista, ese animal escénico en absoluta plenitud de sus facultades como actor, resulta del todo acertado a la hora de alejar su figura como un posible álter ego del director, en una maniobra que consigue regalarnos a un personaje en extremo creíble, sacudido por esa insoportable levedad del ser que a veces, cuando se tiene un mínimo de talento, hace tan insoportable la existencia, recordando aquello que sentenciaba Jean Paul Sartre cuando se refería a que el infierno son los demás.

Por último, y para todo aquel que sostenga una inquietud más sincera que hundir el brazo en un cartón de palomitas rancias, acudan a ver al maestro ahora que todavía es posible, disfruten de la elegancia sofisticada - deliciosa Emma Stone - del que, seguramente, sea el último gran genio vivo que le queda planeta cine, y ante todo, intenten no dudar que si a eso de hacer películas, lo definen como el séptimo de los artes, resulta más que indudable que esto es debido a talentos tan excelsos e incombustibles como el de Woody Allen.



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alcaide
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