La película parte del deseo del protagonista de cambiar de aires y vivir una nueva experiencia en una isla de Thailandia rodeado de amigos. La cinta consigue sugestionar hasta el punto de que el espectador acaba identificándose con el personaje de DiCaprio y siente desde su sofá la viva sensación de estar asistiendo a una aventura en la que le gustaria participar, por momentos puede sentirse como un personaje más. El sabor de la obra es un poco especial y en ella caben todos los tópicos posibles pero la simpatía interpretativa de Leonardo DiCaprio que actualmente sigue madurando constantemente como actor y un amplio número de planos sugestivos y de cierto valor estético sobre la naturaleza y los elementos meteorológicos consiguen que la película resulte agradable dentro de sus limitaciones. La obra capta bien el espiritu aventurero y existe un interesante contraste ambiental entre los distintos lugares donde transcurre esta movimentada historia. Los diálogos son espóntaneos y vivaces. La visión de la obra representa una experiencia relajante aunque los tópicos que se deslizan sobre ella perjudiquen la obra hasta el extremo de hacerla impersonal. Pero sus imágenes poseen un atractivo evidente. DiCaprio constituye uno de los valores más notables del actual cine comercial americano y sus compañeros de reparto resultan correctos en sus papeles pero podian estar mejor si no fuera por algunos defectos en el trazado de los personajes. Para los que le gusten los parajes exóticos este film resulta ameno aunque también hay algunas escenas de especial crudeza. El resultado es discutible pero sugestivo y además se mueve dentro de una comercialidad más o menos digna teniendo en cuenta que el cine de habla inglesa en esta época pasaba por un momento tirando a nefasto.