Primera película de la escasa pero brillante filmografía de Víctor Erice, cuyo delicado tacto narrativo se ajusta aquí perfectamente a la observación lírica con la que se trata el descubrimiento del mundo a través del cine. Los expresivos ojos de la pequeña Ana Torrent, una hermosa e inolvidable mirada de asombro y perplejidad, reflejan el poder soñador de la infancia y su maravillosa inocencia.

Erice rememora con sublime sensibilidad y con un admirable equilibrio narrativo la España de posguerra que a él le tocó vivir a través de las miradas infantiles de unas extraordinarias Ana Torrent e Isabel Tellería, confrontando la ruindad, mezquindad y rutina representadas por el mundo de los adultos con las creativas fantasías de las niñas, las cuales les permiten salir de la abúlica y asfixiante realidad que les rodea.

Hay que destacar también el espléndido trabajo del operador Luis Cuadrado, quien bajo supervisión de Erice, crea una maravillosa fotografía de clara inspiración pictórica con acertados contrastes entre unos interiores más luminosos en color miel y unos exteriores desolados y faltos de vida, en una acertada metáfora del estado anímico de los personajes.

Estamos ante una de las obras imprescindibles del cine español, una joya dotada de un maravilloso ritmo pausado, poético, lírico....con una sugestiva composición de planos....una magistral demostración de que la fuerza y la emoción de las imágenes expresan y transmiten mucho más que el exceso (a menudo pedante) de verborrea.