Esta absorbente intriga psicológica era la favorita de Alfred Hitchcock entre todas sus películas. Y lo cierto es que argumentos no le faltaban para fundamentar esa opinión.

El genial director británico se acoge al asunto de la falsa apariencia y la inocencia perdida para indagar en los aspectos más retorcidos del ciudadano corriente, profundizando hábilmente en la mente de un criminal.

Hitchcock empapa de un suspense creciente a esta trama manejada con maestría en su brillante narración, mostrando una asombrosa querencia por el detalle esclarecedor y contraponiendo inteligentemente la tensión mental existente entre los personajes de tío y sobrina con la paz y cotidianeidad del entorno familiar y local.

Sobresaliente film con unos excelentes Joseph Cotten y Teresa Wright en los papeles protagonistas.