Interesante película que mediante un gran argumento, actuaciones y ambientación refleja un crucial período algo relativizado en la vida del hombre: la crisis de los 30 años. El inicio de la treintena representa para muchos el final absoluto de la primera juventud; a los 30 ya no tenemos más tiempo disponible para especular con las decisiones existenciales y nos vemos obligados a decantarnos por nuestro rumbo definitivo. Despojarse mental y definitivamente del invalorable e irrecuperable tesoro que es la juventud, con todos los cambios y transiciones que ello demanda, no es algo fácil para nadie. Tal susbstancial proceso está perfectamente plasmado en el ambivalente personaje de Hutton, quien literalmente "fagocita" la película con sus creíbles dudas, contradicciones gestuales y miradas perdidas que sugieren introspección. Los secundarios cumplen con creces, en especial Natalie Portman, quien logra, una vez más, seducir a toda la platea masculina a pesar de que en 1996 era una niña de 14 años. Alguna que otra línea que pronuncia Portman es demasiado elevada para tratarse de un personaje de 13 años, no obstante esto no le quita ni un ápice de ternura al personaje. Tan así que todos empatizamos con los sentimientos que Hutton desarrolla hacia la niña.

Otro gran punto que le hallo a la película es que los protagonistas y secundarios salientes no son unidimensionales, lo que incrementa el realismo; aquí todo el mundo experimenta dilemas emocionales y vaivenes anímicos.

La banda sonora y la fotografía invernal y nevada colaboran conjuntamente con el saliente argumento y las sólidas interpretaciones para que la cinta emane nostalgia por los cuatro costados. Supongo que el director pretendía crear esa atmósfera, y lo logró con creces.

Si estás cerca de los 30 o los has superado hace un tiempo que te permita recordarlos, no te pierdas esta película.