Bueno amigos. Es cierto que el gran Spielberg dejó el listón muy alto cuando en 1993 hizo la magnífica y mágica Jurassic Park. Su éxito fue tal que nos emocionamos con la genial idea de contemplar dinosaurios auténticos ante nuestros ojos. Y para mí era cierto. La primera parte de esta mítica saga, que inició precisamente el año en el que nací, fue una absoluta genialidad. Su gran éxito fue merecidísimo, sin lugar a dudas. Y ahora el señor Spielberg se topó con un problema, el cual no era otro que el de dirigir una secuela que fuera digna de su antecesora. Cuando lo haces tan bien, lo normal es que empeores. Y, efectivamente, eso fue lo que pasó con El mundo perdido. Para empezar, el guion es prácticamente nulo en este film. Es aburrido a más no poder. Se te hace muy largo por momentos. Parece que Steven pensó que con mostrarle al público más dinosaurios y más escenas de acción ya iba a ser suficiente. Pues se equivocó, y mucho. Ian no tiene la personalidad de un protagonista para esta clase de films. Su pareja parece más masculina que él. Los dinosaurios nuevamente están bien. Los Velociraptores aparecen únicamente 10 minutos. La mayoría de las muertes no se ven. Apenas sale sangre. Lo siento, Steven, pero si tu intención era la de hacer una buena secuela, no lo conseguiste para nada. Únicamente se salvan los dinosaurios y poco, muy poco, más. La parte del T. Rex en la ciudad fue original. Muy al estilo de King Kong o Godzilla. Para mí, es, sin dudarlo, la entrega con menos chispa de toda la saga jurásica, e incluyo la primera de Jurassic World, para que lo sepáis. La tercera parte fue muy criticada, pero, en mi opinión, es mejor que esta.