No puedo decir que se trate de una gran comedia, pero sí diré que, por lo menos, consigue que te diviertas un poco durante un rato, y eso ya es algo. Claro que no deja de ser una peli olvidable, en eso creo que estamos todos de acuerdo, y tal vez no sea tan graciosa como parece. No obstante, un servidor siempre que sabe que la van a echar por televisión, procura estar a la hora señalada para poder disfrutar de una propuesta tan sencilla como funcional. Y, siendo honesto, nunca he tenido la sensación de perder el tiempo cuando he visto Una terapia peligrosa. Quizás esto se deba a que da aquello que espero de ella, es decir, un entretenimiento decente y nada más. Seamos serios, tampoco le pido que sea la reina de todas las comedias porque sé muy bien que no lo es... y no pasa absolutamente nada. Más allá de esto, la química entre Billy Crystal y Robert De Niro es buena y ambos están brillantes siempre que comparten escena. De Niro demuestra que es un actor bastante camaleónico, ya que se adapta sin problemas al papel que tiene que interpretar. En cuanto a Crystal, cumple en un rol que le queda como un guante, dejando claro, eso sí, que no hablamos de un personaje profundo, ni mucho menos. De los secundarios el único al que rescato es al matón encarnado por Joe Viterelli. Fue dirigida por Harold Ramis, el cual siempre estuvo ligado al humor y dirigió algún que otro título de renombre del género durante los 90. Una cosilla que se me olvidaba es que aquí vemos que nadie está exento de problemas personales y que todos, hasta los mafiosos más temidos, poseen sentimientos, ya que no dejan de ser personas como nosotros.