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España España · Barcelona
Voto de reithebonsai:
5
Drama. Romance Glen Hansard es un cantante y compositor que interpreta sus canciones por las calles de Dublín, cuando no está trabajando en la tienda de su padre. Durante el día, para ganar algún dinero extra, interpreta conocidos temas para los transeúntes, pero por las noches, toca sus propios temas en los que habla de cómo le dejó su novia. Su talento no pasa desapercibido a Marketa Irglova, una inmigrante checa que vende flores en la calle. Ella ... [+]
13 de junio de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Diecisiete días, un presupuesto de 74000 dólares, una adaptación de Broadway y dos protagonistas sin previos primeros planos en sus currículos. Son las cifras con las que John Carley presenta Once, una reinterpretación del género del musical más cercana a un acústico de Ray LaMontagne que a la coreografiada Chicago. En las calles del Dublín de Carley, las baladas que Glen Hansard ejercen de sujeto paciente en el trazado del hilo argumental. Entre una marea de transeúntes, convergen los caminos de dos extraños gracias a las poéticas composiciones a un amor frustrado. Las almas gemelas se encuentran sólo una vez y Once nos presenta uno de esos hallazgos al son de una enaltecida “Falling slowly”.

John Carley abandona las pericias estéticas y se entrega al found footage en pro a facilitar la vivencia de esta historia de encuentros en primera persona. No obstante, obtiene un superfluo y descafeinado resultado, magnánimo pecado en la industria del romance, un género consumado a la constante búsqueda de empatía con el espectador. La indiferencia reinaría en el aletargado patio de butacas si no fuera porque Once se protege detrás del tópico del presupuesto alejado de las cifras de los blockbusters hollywoodienses para justificar sus errores y aconvencionalismos. Transitar el festival de Sundance no debería ejercer de hada madrina y convertir el amateurismo de una modesta calabaza indie en una película de culto. Y el pequeño experimento de John Carley está condenado al oasis de la intrascendencia cinematográfica, pero su aclamada banda sonora es bienvenida al Olimpo musical.

Edulcorado soneto al amor, Once peca de justificar su mediocridad con su modesto presupuesto. No es una película de artificios técnicos ni argumentales, sino un videoclip cuya duración es inusual. Sólo con esta catalogación entenderemos cómo la idea de narrar las vivencias de dos almas predestinadas, obviando las tópicas alusiones a la carnalidad, pronto se ve superada por un guión sin mordiente e inexistentes actuaciones. Un día de la marmota en el que se sucede lo mojigato, melindroso y puritano, mientras el espectador incluso llega a rezar por la espontánea aparición de una Jennifer Aniston con gafas de pasta que indique el retorno al romanticismo convencional.
reithebonsai
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