La fotografía en blanco y negro le otorga profundidad y también fuerza. A mi no me ha gustado porque carece de esa sustancia dramática, siempre intangible, que atrapa al espectador.

No he leído la novela de Truman Capote, por lo tanto no puedo juzgar como ha sido trasladada al cine. Pese a su alta puntuación, considero que Richard Brooks, su director, sucumbe a la morbosa trascendencia, más que al desarrollo de la propia historia.

Bien ambientada e interpretada por actores entregados, aunque jamás talentosos.