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Voto de Don Hantonio Manué:
7
5,2
687
Terror
Cuatro enfermos mentales se escapan de un centro para locos furiosos y provocan una previsible ola de crímenes y barbarie. (FILMAFFINITY)
20 de junio de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los pacientes de un sanatorio psiquiátrico consiguen escapar aprovechando un apagón. Deciden entonces vengarse del nuevo médico de la institución, a quien acusan de haber matado al anterior doctor.
Slasher ochentero algo atípico, que reúne a actores del calibre de Martin Landau y Jack Palance en un impagable duelo actoral, cada uno más loco que el anterior y haciendo gala de las patologías mentales más diversas (y delirantes); para muestra, los grandiosos caretos que se marca el primero, interpretando a un pirado sacerdote ultrarreligioso. Con puntuales detalles de iluminación a lo Argento, un título poco conocido y nada desdeñable, creo yo, con un protagonista estirado y pazguato (el pobre doctor) y su familia haciendo frente a semejante panda de majaras.
Slasher ochentero algo atípico, que reúne a actores del calibre de Martin Landau y Jack Palance en un impagable duelo actoral, cada uno más loco que el anterior y haciendo gala de las patologías mentales más diversas (y delirantes); para muestra, los grandiosos caretos que se marca el primero, interpretando a un pirado sacerdote ultrarreligioso. Con puntuales detalles de iluminación a lo Argento, un título poco conocido y nada desdeñable, creo yo, con un protagonista estirado y pazguato (el pobre doctor) y su familia haciendo frente a semejante panda de majaras.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
A destacar una portentosa secuencia introductoria de carácter onírico, sumiéndonos en la mente perturbada de este individuo… inmejorable comienzo.
El grupo de fugados incluye a un militarote paranoico y a una mole humana a la que le atraen demasiado las menores de edad (curiosamente éste no sale tan mal parado y hay cierta comprensión hacia él… y eso que anteriormente le hemos visto en una escena incomodísima junto a una niña, impensable hoy).
Se alternan los lugares comunes de rigor (la canguro que aprovecha para traerse a casa al maromo, futura víctima, desde luego, por no hablar del equipo de policías más lerdo e incompetente de la historia) con alguna que otra desopilante sorpresa argumental. La casquería, por otra parte, no abunda demasiado. Pero si algo destaca es un indudable y nada disimulado componente reaccionario, muy (supongo) de la época: el psicólogo (Donald Pleasance, en un papel similar al de La noche de Halloween) es un tipo idealista, tan comprensivo con los dementes que no les considera tales, sino seres diferentes y especiales, siguiéndoles el rollo hasta el punto de desencadenar el mal y de la locura, cual científico loco, o poco menos loco que sus pacientes (recibe su merecido, claro está).
Está también una punk reivindicativa y contraria a la energía nuclear… de personalidad inestable y pasado oscuro y traumático. Inevitable pensar en Landau como castigo divino desatado contra esta panda de progres inconscientes. Un puntazo, para terminar, el plano final en la discoteca: nuestra sociedad enferma (según la película) es idónea para que hasta el más trastornado halle su lugar en el mundo.
Como anécdota, esto se estrenó a la vez que la tercera parte de Viernes 13: en ambas aparece por primera vez la famosa máscara de hockey llevada por un asesino psicópata y existe cierta controversia sobre cual de las dos películas tuvo la idea originalmente.
El grupo de fugados incluye a un militarote paranoico y a una mole humana a la que le atraen demasiado las menores de edad (curiosamente éste no sale tan mal parado y hay cierta comprensión hacia él… y eso que anteriormente le hemos visto en una escena incomodísima junto a una niña, impensable hoy).
Se alternan los lugares comunes de rigor (la canguro que aprovecha para traerse a casa al maromo, futura víctima, desde luego, por no hablar del equipo de policías más lerdo e incompetente de la historia) con alguna que otra desopilante sorpresa argumental. La casquería, por otra parte, no abunda demasiado. Pero si algo destaca es un indudable y nada disimulado componente reaccionario, muy (supongo) de la época: el psicólogo (Donald Pleasance, en un papel similar al de La noche de Halloween) es un tipo idealista, tan comprensivo con los dementes que no les considera tales, sino seres diferentes y especiales, siguiéndoles el rollo hasta el punto de desencadenar el mal y de la locura, cual científico loco, o poco menos loco que sus pacientes (recibe su merecido, claro está).
Está también una punk reivindicativa y contraria a la energía nuclear… de personalidad inestable y pasado oscuro y traumático. Inevitable pensar en Landau como castigo divino desatado contra esta panda de progres inconscientes. Un puntazo, para terminar, el plano final en la discoteca: nuestra sociedad enferma (según la película) es idónea para que hasta el más trastornado halle su lugar en el mundo.
Como anécdota, esto se estrenó a la vez que la tercera parte de Viernes 13: en ambas aparece por primera vez la famosa máscara de hockey llevada por un asesino psicópata y existe cierta controversia sobre cual de las dos películas tuvo la idea originalmente.