Es uno de esos documentales que te pega en el estómago y, como ocurre con todos los golpes, te cambia un poco la vida. Ya no vuelve a ser del todo igual. Al menos si no conocías la historia de esos niños, como era mi caso. Para mí ha sido la primera noticia sobre esos pequeños que no pueden más con la vida y recurren, sin quererlo, al único mecanismo que tienen para sobrellevarlo. Y me ha dejado tocada todo el día.
Por eso creo que cumple a la perfección con todos sus posibles propósitos: si pretendía informar, lo hace con claridad y sencillez; si además pretendía remover conciencias, lo logra sin duda (la gente sensible que coja pañuelo). Si solo fuera entretenimiento, puedo asegurar que es imposible pensar en nada más durante los cuarenta minutos.