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Voto de risingdana:
5
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85.368
Fantástico. Aventuras. Acción
Precuela de la trilogía "El Señor de los Anillos", obra de J.R.R. Tolkien. En compañía del mago Gandalf y de trece enanos, el hobbit Bilbo Bolsón emprende un viaje a través del país de los elfos y los bosques de los trolls, desde las mazmorras de los orcos hasta la Montaña Solitaria, donde el dragón Smaug esconde el tesoro de los Enanos. Finalmente, en las profundidades de la Tierra, encuentra el Anillo Único, hipnótico objeto que será ... [+]
15 de diciembre de 2012
160 de 208 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde que terminara la exitosa trilogía del Señor de los Anillos allá por 2003 Peter Jackson ha encadenado un par de filmes que -cuanto menos- han sido ampliamente criticados. King Kong ya adolecía de ciertos aspectos que lastraban la película y que se repetirán en El Hobbit, como el metraje excesivo y la inclusión de ciertas escenas que sobrepasaban peligrosamente el límite de la grandilocuencia llegando a estar cerca de la vergüenza ajena -como olvidar aquella bochornosa persecución por unos dinosaurios en un desfiladero-. En definitiva, el gusto por lo desmesurado.
En el Hobbit esto se hace palpable incluso de manera más obvia, en un film completamente lastrado por la decisión -comercial por supuesto- de dividir la obra de Tolkien en tres películas (dos si damos por cierto los rumores de que la tercera narrará los acontecimientos que tienen lugar en el lapso de tiempo entre el Hobbit y el Señor de los Anillos) y de que en concreto la primera de ellas tenga una duración de 169 minutos. Estamos hablando pues de concentrar un libreto de poco menos de 300 páginas en dos (?) películas, lo que resulta a todas luces excesivo y obliga a la inclusión de metraje abusivo con sus correspondientes tramas para -por qué no, decirlo claramente- rellenar. (Ver spoiler para datos más concretos).
La película encadena un arranque más o menos prometedor, para luego perderse en un desarrollo lleno de subtramas (la mayoría ridículas) y terminar de la forma más grandilocuente posible. Martin Freeman se antoja como un rotundo acierto, dotando al personaje de la inocencia y los fogonazos de valentía característicos de Bilbo Bolsón, así como de ciertos ticks y expresiones que hacen que el personaje funcione muy bien. Sus compañeros de viaje resultan menos redondos: un Gandalf que no nos aporta nada nuevo y unos enanos en su mayoría estereotipados, con un Thorin a la cabeza que resulta, por momentos, una caricatura de sí mismo.
Sigue la crítica en spoiler
En el Hobbit esto se hace palpable incluso de manera más obvia, en un film completamente lastrado por la decisión -comercial por supuesto- de dividir la obra de Tolkien en tres películas (dos si damos por cierto los rumores de que la tercera narrará los acontecimientos que tienen lugar en el lapso de tiempo entre el Hobbit y el Señor de los Anillos) y de que en concreto la primera de ellas tenga una duración de 169 minutos. Estamos hablando pues de concentrar un libreto de poco menos de 300 páginas en dos (?) películas, lo que resulta a todas luces excesivo y obliga a la inclusión de metraje abusivo con sus correspondientes tramas para -por qué no, decirlo claramente- rellenar. (Ver spoiler para datos más concretos).
La película encadena un arranque más o menos prometedor, para luego perderse en un desarrollo lleno de subtramas (la mayoría ridículas) y terminar de la forma más grandilocuente posible. Martin Freeman se antoja como un rotundo acierto, dotando al personaje de la inocencia y los fogonazos de valentía característicos de Bilbo Bolsón, así como de ciertos ticks y expresiones que hacen que el personaje funcione muy bien. Sus compañeros de viaje resultan menos redondos: un Gandalf que no nos aporta nada nuevo y unos enanos en su mayoría estereotipados, con un Thorin a la cabeza que resulta, por momentos, una caricatura de sí mismo.
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spoiler:
Lo bueno:
Que no todo parezca negativo, algunas de las escenas más famosas del libro funcionan -y muy bien-, como la llegada de los enanos a Hobbiton junto con la incredulidad de Bilbo (destacando el gran trabajo de Freeman), los acertijos entre Bilbo y Gollum y la famosa escena de los trolls. Se trata de escenas muy cuidadas, en las que se nota la mano de Jackson en cuanto a su amor por la obra de Tolkien. Además, sorprende la lucha de los colosos de piedra en los desfiladeros, aunque no me suena haberla leído en el libro.
Lo malo:
El nexo excesivo que establace Jackson entre el Señor de los Anillos y el Hobbit: inclusión del concilio blanco y con él algunos personajes que no aparecen en el libro (Saruman y Galadriel), la escena inmediatamente anterior al recibimiento de Frodo a Gandalf en la Comunidad del Anillo para incluir a Elijah Wood, los innecesarios guiños que resultan repetitivos (la calcada escena de Gandalf con la mariposa, el ya manido "corred, insensatos" insertado en un momento random del film), la partitura de Howard Shore también calcada en el momento en el que Jackson nos presenta a un personaje o localización que ya conocíamos de las anteriores películas, etc.
Hay personajes que ya no es que no funcionen, sino que resultan ridículos. Entre los primeros nos encontramos con Azog, cuya subtrama lastra el ritmo de la película -hola, escenas de relleno- y el Nigromante. Entre los segundos Radagast se lleva la palma. Y más allá de Radagast y el bochorno que nos causa el personaje, la forma en la que Jackson lo introduce, cortando de pleno el ritmo de la película y sacándonos de ella completamente. El personaje de Thorin me produce sensaciones contrarias, su comienzo es prometedor pero acaba difuminándose en el momento en el que parece que la película se convierte en un Thorin vs Azog: Fight! Es lo que tiene que Smaug quede tan lejos en el horizonte, hay que meter con calzador un malo maloso. Ah, y se me olvidaba mencionar al jefe trasgo, un Jabba de la vida con papada y granos (...)
En cuanto a escenas concretas, la mayor expresión de la grandilocuencia en la que se ha visto inmerso Jackson supone la huída de la cueva de trasgos: excesiva, demasiado alargada y cuyo único objetivo parace que sea mostrar los efectos especiales 'tan chulos' que tenemos. La escena final del ataque de los orcos en el bosque es otro ejemplo. No bastaba a Jackson con seguir el guión del libro, no, tenía que subir a los personajes a un árbol situado en el borde exacto del precipicio, todo para parecer más espectacular. Lo siento, pero no.
Que no todo parezca negativo, algunas de las escenas más famosas del libro funcionan -y muy bien-, como la llegada de los enanos a Hobbiton junto con la incredulidad de Bilbo (destacando el gran trabajo de Freeman), los acertijos entre Bilbo y Gollum y la famosa escena de los trolls. Se trata de escenas muy cuidadas, en las que se nota la mano de Jackson en cuanto a su amor por la obra de Tolkien. Además, sorprende la lucha de los colosos de piedra en los desfiladeros, aunque no me suena haberla leído en el libro.
Lo malo:
El nexo excesivo que establace Jackson entre el Señor de los Anillos y el Hobbit: inclusión del concilio blanco y con él algunos personajes que no aparecen en el libro (Saruman y Galadriel), la escena inmediatamente anterior al recibimiento de Frodo a Gandalf en la Comunidad del Anillo para incluir a Elijah Wood, los innecesarios guiños que resultan repetitivos (la calcada escena de Gandalf con la mariposa, el ya manido "corred, insensatos" insertado en un momento random del film), la partitura de Howard Shore también calcada en el momento en el que Jackson nos presenta a un personaje o localización que ya conocíamos de las anteriores películas, etc.
Hay personajes que ya no es que no funcionen, sino que resultan ridículos. Entre los primeros nos encontramos con Azog, cuya subtrama lastra el ritmo de la película -hola, escenas de relleno- y el Nigromante. Entre los segundos Radagast se lleva la palma. Y más allá de Radagast y el bochorno que nos causa el personaje, la forma en la que Jackson lo introduce, cortando de pleno el ritmo de la película y sacándonos de ella completamente. El personaje de Thorin me produce sensaciones contrarias, su comienzo es prometedor pero acaba difuminándose en el momento en el que parece que la película se convierte en un Thorin vs Azog: Fight! Es lo que tiene que Smaug quede tan lejos en el horizonte, hay que meter con calzador un malo maloso. Ah, y se me olvidaba mencionar al jefe trasgo, un Jabba de la vida con papada y granos (...)
En cuanto a escenas concretas, la mayor expresión de la grandilocuencia en la que se ha visto inmerso Jackson supone la huída de la cueva de trasgos: excesiva, demasiado alargada y cuyo único objetivo parace que sea mostrar los efectos especiales 'tan chulos' que tenemos. La escena final del ataque de los orcos en el bosque es otro ejemplo. No bastaba a Jackson con seguir el guión del libro, no, tenía que subir a los personajes a un árbol situado en el borde exacto del precipicio, todo para parecer más espectacular. Lo siento, pero no.