No es mala pero no destaca en ningún aspecto. Meg Ryan como siempre sobreactuada y el señor Cage cuyo único mérito en la interpretación es su falta de expresividad.

Con un elenco así nada puede salir bien, pero es que nada puede salir mal. En uno de mis libros dediqué un amplio capítulo a ésta película y no me arrepiento.

Una historia fresca en el mundo de los dramas románticos, que podía haber dado más juego y que no se supo aprovechar. No es un guion original, pero ello en vez de jugar a su favor se mantiene en tono neutro.

El amor y los ángeles siempre han sido uno de los tabús de nuestra sociedad. Cuando pensamos en una película de Ryan, tenemos presente que lloraremos un buen rato pero no es el caso. El único que está a punto de llorar toda la película es el Señor Cage.

Curiosamente ha envejecido bien con los años y bien podría pasar por una película actual.