Lo cierto es que no me imagino a ningún fan de Breaking Bad que no haya disfrutado con "El Camino", que en mi opinión podría pasar por un capítulo más de la serie, uno de doble duración y bien bueno. Y a quién no le puede interesar el final (o mejor dicho, lo que le sucede tras los hechos del último capítulo de la serie) de un personaje tan sensacional y tan bien desarrollado a lo largo de los años como Jesse Pinkman. Creo que se nos cuenta una historia sin demasiadas pretensiones de una forma muy brillante, casi todo transcurre de forma muy natural, donde no faltan escenas de acción, de tensión (sublime la de la búsqueda del dinero) y el humor negrísimo característico de la serie.

Nos reencontramos prácticamente con todos los personajes, en algún caso de forma muy emotiva (la escena del reencuentro con los amigos es preciosa), y comparten protagonismo con Aaron Paul (que está soberbio) mediante un juego de flashbacks perfectamente estructurado, personajes de la talla del tarado Todd (tremendo Jesse Pleamons) o el meticuloso y honorable conseguidor que interpreta Robert Foster (poco antes de su fallecimiento, conmovedora su presencia).

No falta el viaje al desierto, protagonista ambiental de vigorosa presencia durante las cinco temporadas, con una resplandeciente fotografía de Marshall Adams. En definitiva, enhorabuena a Vince Gilligan (que además de ser el creador, ejerce de guionista, productor y director), genio absoluto que nos deleitó año tras año con Breaking Bad y ahora con la no menos genial Better Call Saul, que ha conseguido con en detallismo y un diseño de producción digno de elogio que parezca que los años no hayan pasado y este material hubiera quedado grabado al mismo tiempo que la última temporada. En este caso el paso del tiempo no pesa como una losa, como sí pasaba en la película de Deedwood.