Flashes. Pensamientos que cruzan y reviven el pasado. Temores y obsesiones que fueron sembrados desde siempre. Es tan terrible la vida que todos en el "tranquilo" pueblo de Wind Gap se van consumiendo en su rutina algodonosa, llenos de odios secretos y amarguras por sentirse atrapados en un pueblo momificado. Hasta que dos violentas muertes los sacude y la búsqueda del asesino se vuelve una obsesión. Quién mejor que alguien nacida allí para investigar, piensa el editor de un diario de Saint Louis, creyendo que el regreso al hogar ayudará a mejorar rencores del pasado. Nada más lejano de la realidad, cuando ni se sospecha siquiera las tumultuosas circunstancias que destruyeron toda posibilidad de acercamiento entre hija y madre. Patricia Clarkson como Adora, es una progenitora espeluznante. Va armando una fachada de perfecta anfitriona ante los demás, pero puertas adentro es despiadada en su desamor. Con la velocidad de una dentellada de cobra, imprime veneno una y otra vez en esa hija que encarna Amy Adams, en un trabajo descollante, que vulnerable y destruída, arma retazos de dignidad para seguir adelante. Pero tiene tantas huellas -visibles y no- que se adivina un derrumbamiento que depende en mucho de encontrar la verdad.