Ver que en un film trabaja Michael Caine ya predispone bien, y que el director sea el comprometido Jewison suele ser garantía de buen cine. En la presente película es muy rescatable la idea de cómo los odios de años atrás siguen hasta el presente y que las responsabilidades deben ser asumidas aunque todo el entorno histórico haya cambiado. Cómo las simpatías por quienes apoyaron las persecuciones judías siguen vigentes, y las lealtades en pie. El personaje de P.Brossard es alguien que en el presente sólo busca salvar su vida sin disculparse por lo hecho ni queriendo generar comprensión. Ya todo está hecho. Caine no defrauda y le da los tintes humanos a su papel como para sembrar la duda de si hubo convicción en su actuar, tal vez ya sea hora de olvidar todo. O no.